Retrospectiva sobre la obra de Maruja Mallo, 'Máscara y compás' - ¡Zas! Madrid
La vigencia del pensamiento estético y político de Maruja Mallo
La exposición Maruja Mallo. Máscara y compás estará en el Reina Sofía hasta el 16 de marzo 2026

En el museo Reina Sofía se muestra esta amplísima exposición entre las que se encuentran pinturas, dibujos, cerámicas, escritos, documentos y vídeos que fijan la trayectoría vital y artística de Maruja Mallo.
Maruja Mallo (Viveiro, 1902 – Madrid, 1995) es una de las figuras más relevantes del arte español del siglo XX. Integrante de la Generación del 27, vinculada a la Escuela de Vallecas y al Grupo de Arte Constructivo, su obra transcurre por numerosos movimientos pictóricos y de ideas.
En su primera etapa, Mallo recrea “lo popular” —que ella misma definiría como «la representación lírica de la fuerza creadora del hombre»—. A finales de la década de 1920 inicia sus Estampas y Verbenas, cuadros abigarrados de figuras y de color. En las Verbenas ofrece un retrato plural y vibrante de diversas culturas, tradiciones y clases sociales, así como de intelectuales de la época, como Juan Ramón Jiménez o Ramón María del Valle-Inclán. En las Estampas representa magos o ángeles, motivos navideños y atracciones de feria. Estas composiciones monumentales, cargadas de contenido social, reivindican el carnaval y la fiesta popular como un ideal democrático en el que se diluyen las diferencias.
En Cloacas y campanarios (1929-1932) abandona el color para mostrar en un especie de «grisallas» una visión apocalíptica con paisajes abandonados, ásperos y secos, como en el óleo Antro de fósiles (imagen de abajo). Es su obra más cercana al surrealismo (en 1932 viajó a París y conoció a André Breton).

Ya en el exilio argentino, Mallo inicia una etapa comprometida políticamente. Es de esta época la serie titulada La religión del trabajo (1936-1939): un conjunto de retratos de gran formato en honor a la mujer trabajadora, campesina y marinera, labradora y pescadora, formada en su mayoría por cabezas y cuerpos casi estatuarios, de proporciones armónicas, que celebran la fuerza del trabajo manual. Sorpresa del trigo (1936), la obra que inicia la serie, se inspira en la visión de una mujer que se manifiesta en el Primero de Mayo.

En Buenos Aires, Mallo se integra en los grupos de apoyo a la República y se reencuentra con amigos como Ramón Gómez de la Serna o Pablo Neruda, y trata con otros artistas españoles, como Jorge de Oteiza o Luis Seoane. Además de seguir explorando las posibilidades plásticas de la pintura, practica el muralismo, el teatro y la escritura. En 1938 publica el ensayo Lo popular en la plástica española a través de mi obra, en el que destaca la potencia política de lo popular como un lenguaje universal capaz de subvertir el orden establecido.

El interés de Maruja Mallo en la dimensión mítica del cuerpo continúa en las series Cabezas de mujer (1941-1952), Máscaras (1948-1957) y Naturalezas vivas (1941-1944), formadas por imágenes de conchas, caracolas y flores que adquieren formas sexualizadas.
Con sus Máscaras continúa la exploración hacia la independencia de la forma humana. Son proporciones armónicas, iluminadas lateralmente que gravitan sobre motivos marítimos, playas u oleajes, acompañadas de mariposas o acróbatas, en una composición que integra la superposición de figuras y planos espaciales.

En sus últimas series, preparadas antes de su retorno a España, Mallo prescinde de figuras humanas o naturales y se lanza al cosmos. Los dibujos, integrados en las series Moradores del vacío (1968-1980) y Viajeros del éter (1979-1982), se centran en la figuración de elementos fuera del tiempo y del espacio terrenales.
Los últimos años de la vida de Maruja Mallo están marcados por el desequilibrio entre su conversión en una figura pública en los años de la Transición y su reclusión y silencio en la década de 1980. Un cierto misterio rodea las últimas creaciones de la artista.
Submit a Comment