Cambio climático y crisis ecológicas
Incluso los “gobiernos más ecologistas” se preocupan sólo de hacer disminuir los síntomas, los efectos, pero no atacan las causas
Creo que para conseguir que se paralice el cambio climático y cualquier otra crisis ecológica, es necesario conseguir impulsar un movimiento social transformador. Y para ello, es muy importante dedicarse a pensar y a actuar con gran intensidad.
Pero ante el cambio climático y las crisis ecológicas es indispensable tener, a la vez, una visión panorámica y local. Panorámica, en cuanto a que no hay que tener solo la visión de lo más local (el barrio), el País Valenciano, el Estado de España, Europa…, sino también una visión global y planetaria. Ambas cosas son indispensables y complementarias. Entre otras razones, porque estaremos más motivados en la acción local si tenemos una idea clara de que lo que sucede a escala local tiene unas enormes repercusiones a escala global; y que lo que se ocasiona a escala global vuelve a perjudicar a lo local.
Y para comprender mejor el aspecto panorámico y global podemos poner como ejemplo el efecto que puede ocasionar el simple aleteo de una mariposa. Algo que suele llamarse el efecto mariposa.
Causa-efecto
Sucede que en los sistemas complejos (como la predicción del tiempo, la bolsa de valores o el funcionamiento de los ecosistemas), puede producirse una interacción tipo causa-efecto en la que a partir de de una causa minúscula se puede originar un efecto gigantesco. Algunos científicos como Lorenz hablan de que el aleteo de una mariposa en Brasil puede llegar a originar un tsunami en las costas de California.
Pero es que en la actualidad no estamos solo ante el efecto que pueda ocasionar el aleteo de una mariposa, sino ante algo más palpable e inmediato. Estamos ante el aleteo de la central nuclear de Fukushima, cuyos efectos (en efecto) están llegando hasta la costa de California. O también estamos ante el fenómeno de la aparición de una inmensa isla, del tamaño de Península Ibérica, formada por infinidad de envases de plástico procedentes de los lugares más remotos del planeta.
Pero no hay por qué plantear que esta vista panorámica global deba ser incompatible (sino que es más bien complementaria) con la acción local y de pequeña escala.
En este caso, para comprender mejor esto, podemos poner como ejemplo la leyenda de un simpático colibrí. Dice la leyenda que ante un incendio forestal todos los animales del bosque huyeron y solo un colibrí permanecía empeñado en llevar una gota de agua en su pequeño pico para apagar el incendio, mientras todos los demás permanecían contemplándolo.
Muy probablemente si todos los animales hubieran imitado el tesón del colibrí el incendio habría sido apagado.
En resumen, la acción pequeña y cercana es tan necesaria como la visión global y planetaria.
Así que según todo lo anterior estamos viendo que tanto en nuestro entorno más cercano como en la escala planetaria, siempre existen dos aspectos de la realidad: la causa y el efecto.
La simple causa de un aleteo puede originar el efecto de un tsunami; o bien a causa de la pasividad de los que tienen que actuar localmente se origina el efecto de que resulte imposible solucionar el problema local.
Invisibilidad de las causas
Pero con extrema frecuencia, incluso en los partidos que se dicen interesados por el medio ambiente, sólo suelen preocuparse de paliar los efectos, los síntomas, lo que se ve:
- Quieren limpiar las aguas porque ven el efecto o el síntoma de que están sucias.
- Quieren separar y clasificar los residuos porque lo inundan todo.
- Quieren reciclar los envases porque es el mayor problema de residuos.
- Quieren repoblar los desiertos porque ya están avanzando a 7km./año.
Es decir, los “gobiernos más ecologistas” se preocupan sólo de hacer disminuir los síntomas, los efectos, pero no trata de atacar las causas. Y solo atacar a los SÍNTOMAS, no es solucionar nada, es como querer remediar una enfermedad a base de antipiréticos que nos bajen la fiebre o a base de calmantes que nos rebajen los dolores. Esto es, usar lo que se llama medicina asistencial. Pero esto nunca son soluciones. Son parches pasa seguir con la enfermedad y que ésta siga aumentando.
Más bien, lo que hay que hacer es eliminar la raíz del mal. Es decir, su causa y no enmascarar su efecto o síntoma.
¿Y cual es la causa de estos efectos?
Entre otras muchas, pueden considerarse las siguientes causas: el iniciar la contaminación de las aguas a causa del productivismo; el utilizar envases innecesarios, antes siempre consumíamos a granel; el producir residuos que no son necesarios o, en fin, el caer en la obsolescencia programada. En suma, es preciso dejar de caer en el productivismo- consumismo que es la principal causa que origina el efecto del cambio climático el cual, en consecuencia, hace avanzar vertiginosamente los desiertos.
¿Y cómo terminar con estas causas?
En una palabra: terminando con el capitalismo y, sobre todo con la producción industrial capitalista cuyos fines son exclusivamente crematísticos. Y es que el capitalismo, en sí, es el origen de todas estas causas, males e infelicidades.
Y también será indispensable realizar un cambio radical del modo de vida cotidiano. Haciendo una vida austera y elegida voluntariamente, que no hay que confundir con la miseria y esclavitud impuesta por el sistema capitalista, el cual nos engaña llamando a esto «austeridad».
Así que será preciso eliminar el consumismo-productivismo artificial e innecesario y asesino, y sustituirlo por un consumo responsable y natural, que tienda a priorizar la agroecología, desterrando la agroquímica o agricultura industrial que está rompiendo el ciclo de la materia orgánica (M.O.), y ocasionando, con ello, la transformación de los recursos renovables en recursos no renovables, al esterilizar el suelo por la contaminación química generada por los fertilizantes derivados del petróleo. Fertilizantes que, actualmente, son los utilizados casi en exclusividad.
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