'Comida de verdad. Alimentación sin mentiras ni trucos', de Miguel Jara: los alimentos que enferman - ¡Zas! Madrid
«Nunca habían existido tantas enfermedades relacionadas con el consumo de alimentos»
La dieta y los hábitos alimenticios son ahora mismo el factor de salud pública que más puede ayudarnos a prevenir enfermedades
Miguel Jara en su libro publicado por la editorial Akal, Comida de verdad. Alimentación sin mentiras ni trucos defiende, como medida básica, recuperar la auténtica alimentación, es decir, aquella que sirve a los procesos de nutrición del organismo. La premisa es elemental: los alimentos más sencillos (los que menos procesos llevan en su producción), suelen ser los más sanos.
En este sentido, Miguel Jara, en Comida de verdad, defiende evitar los alimentos ultraprocesados que están provocando importantes problemas de salud pública. Para ello, recomienda alimentarse con «comida de verdad», es decir, con los alimentos menos procesados o cuyos procesos no cambian su estructura.
Miguel Jara da prioridad a los alimentos de origen vegetal lo más naturales posibles ya que «nuestro organismo está adaptado para reconocer las moléculas de la química natural, de los alimentos naturales, y las aprovecha en su propio beneficio». Igualmente, da importancia a la ecología de la producción y al tratamiento posterior y distribución de los alimentos.
Además, para llevar una alimentación sana, recomienda la reducción de azúcares, de sal, de grasas malas y de aditivos y tratamientos superfluos o directamente innecesarios: «Lo que debemos evitar son las comidas resultantes de procesos que degradan las cualidades de los alimentos, que los transforman en algo tóxico o negativo para nuestra salud o en cuya elaboración se hayan añadido elementos que, al no reconocerlos nuestro organismo, puedan ser nocivos».
Ingredientes ocultos de los alimentos
La competencia entre marcas busca por encima de todo ofrecer al consumidor los productos más sabrosos y con mejor aspecto; para ello las empresas alimentarias invierten cuantiosas sumas de dinero en investigación científica. El problema está en que para lograr ese aspecto inmejorable de los alimentos utilizan aditivos que producen enfermedades. Entre estos aditivos, está el dióxido de titanio (E171) que se usa como blanqueador en el yogur, el requesón e, incluso, en las golosinas infantiles, y que según un estudio publicado en Scientific Reports por investigadores del INRA (Instituto Nacional de la Investigación Agronómica de Francia.), traspasa las paredes del intestino y llega al organismo, con efectos sobre el sistema inmunitario y lesiones precancerosas en el colon.
Por otro lado, la mayoría de los alimentos llevan gran cantidad de sustancias sintéticas que nuestro organismo no tolera: fertilizantes, herbicidas, fungicidas, insecticidas, etc.; además de hormonas, enzimas, antibióticos, nitratos y nitritos; mercurio y otros metales pesados.
Los pesticidas son abundantes en las verduras. Su uso abusivo ha generado un intenso debate científico y sanitario desde los años 90. Un alto porcentaje de los productos alimentarios contienen residuos de biocidas, tal y como muestran los informes de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria. Muchos de estos pesticidas son disruptores endocrinos que han sido asociados con la infertilidad, con el debilitamiento del sistema inmunitario y con diferentes tipos de cáncer, malformaciones, diabetes u obesidad. El glifosato, por ejemplo, es uno de ellos. Según un informe de la OCU, el 64% de los vegetales que ingerimos a diario contienen restos de dos o más pesticidas, también está el informe Directo a tus hormonas: guía de alimentos disruptores. Residuos de plaguicidas en los alimentos españoles con capacidad de alterar el sistema endocrino, publicado por Ecologistas en Acción.
Comida de verdad se complementa con estudios sobre el mercurio en el pescado; los antibióticos en la carne; el fipronil, un insecticida que contamina los huevos de gallina; arroz y arsénico; el aceite de palma (compuesto por grasas saturadas que están relacionadas con algunas cardiopatías y la diabetes y que, sin embargo, empresas como Nestlé continúa utilizando en sus productos); los transgénicos (en España se cultiva el 75 por ciento del maíz transgénico de la Unión Europea); o la compra de políticos y científicos al servicio de las grandes industrias alimentarias (Coca-Cola entre ellas). Pero también, este libro ofrece la posibilidad de comprar buenos productos, frescos y de proximidad (existen numerosas guías en Internet como la Guía de Consumo Ecológico de Madrid ).
La legislación española no realiza el debido control a las empresas de alimentación, ni ayuda a que el consumidor tenga la suficiente información como para poder prevenirse de alimentos insanos; de hecho, se permite que la denominada «comida basura» contenga sustancias aditivas para que la población (mayoritariamente con bajas rentas) «desee» comerla. En este sentido, Miguel Jara recomienda la lectura del ganador del Premio Pulitzer, Michael Moss, Adictos a la comida basura. Cómo la industria alimentaria manipula los alimentos para que nos convirtamos en adictos a sus productos.
Por todo ello, libros como Comida de verdad. Alimentación sin mentiras ni trucos ayudan a conocer con qué nos estamos enfrentando a la hora de alimentarnos, a la vez que nos proporcionan indicaciones para comer de la manera más sana posible.
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