El único libro de Barbara Molinard, 'Zozobra', reeditado por Sexto Piso - ¡Zas! Madrid
Zozobra, la única obra publicada por Barbara Molinard, ahora en Sexto Piso
Con traducción de Vanesa García Cazorla y prólogo de Marguerite Duras, y con ilustraciones de Agnés y Laurence Molinard
Es excepcional que un escritor haya escrito o sea conocido por una única obra. En esta situación pueden hacerse presentes Emily Brontë con Cumbres borrascosas o John Kennedy Toole con La conjura de los necios. También Juan Rulfo estaría en esta lista si sólo hubiese escrito Pedro Páramo. El caso de Barbara Molinard, una persona compulsiva que escribía hasta la extenuación y que destruía una y otra vez sus textos, no habría publicado nunca sin la cabezonería de su amiga Marguerite Duras. De no haber sido así, ¿habría pasado algo? No. La vida fluye sobre sus propios raíles y por mucho que valoremos algunos libros y autores, nada habría ocurrido si Max Brod hubiese cumplido los deseos de Kafka. ¿O sí? Sin leer La metamorfosis o El castillo es posible que la existencia fuese, todavía, más estúpidamente inconsecuente. Esta idea que pende ajena en el texto, es lo que añade un valor colateral, a Zozobra (publicado por primera vez en 1969), de Barbara Molinard. Una escritora que despreciaba publicar: ¿no resulta increíble en la gran época del postureo?
Marguerite Duras dice en el prefacio: «La raza humana está mal hecha. Las ciudades están mal hechas. Los medios de transporte son malos: o los perdemos o no nos llevan adonde queremos ir. Unas cuantas personas confiadas vagabundean por ese universo, incurables del mal de amar, servir y esperar».
La palabra zozobra recorre todos los cuentos. Aparece con una obstinación que puede resultar redundante e innecesaria. Pero para Barbara Molinard ese es el sentido inexorable del libro. Es, sí, una persona confiada que trasunta por un entorno que le causa perplejidad y terror, alguien lleno de inquietud y aflicción. Una persona que se embarca en aventuras absurdas que escapan de su entendimiento. Que, como autora plena en la trama,comprende en su personaje que ¡ya!, no tiene remedio: es incurable.
El último relato titulado “La cripta: conversación con Marguerite Duras” —en el que, paradojicamente, no dialogan entre ellas sino que cada una habla sobre su propio deseo— la autora confiesa: «siempre ha habido un abismo, un obstáculo entre los demás y yo, o el mundo y yo»: esta es la esencia del libro.
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