Emilia Lanzas publica su segundo libro de relatos, 'Anatomía del desastre', en Coleman Ediciones - ¡Zas! Madrid
«Concibo, o quiero concebir, que mis relatos sean como la poesía»
Emilia Lanzas es periodista de profesión: redactora jefe de Generación XXI, directora de Sí, Juntos y El Martes y colaboradora en diversas publicaciones como reseñista literaria. Actualmente es editora de la publicación digital zasmadrid.com. Su primer libro de relatos fue El síndrome del pez. Acaba de publicar Anatomía del desastre (con prólogo de Ignacio Castro Rey), en Coleman Ediciones.
¿Cuál fue la inspiración detrás de tu libro y cómo surgió la idea para escribirlo?
El libro surgió cuando realicé una selección de relatos entre los cuales percibí un nexo, no en cuanto a temas, tonos o narrativa, sino en cierta atmósfera de perturbación. Ese algo que pervive en el subtexto, una especie de latido entre las palabras. Los cuentos inciden en la «organización del pesimismo». Es esta una época que nos induce al pesimismo, pero este nos debe llevar a no fiarnos del curso natural de la historia. El pesimismo activo y organizado fue una idea de Pierre Naville (uno de los miembros del movimiento surrealista), quien afirmó que «la organización del pesimismo es la única consigna que nos impide debilitarnos».
¿Cómo fue tu proceso de escritura? ¿Tienes alguna rutina o hábito específico que sigues al escribir?
El cuento surge en mi cabeza. Lo voy macerando durante un tiempo hasta que necesito escribirlo. Proviene del deseo y de la necesidad. Mi escritura no procede de la disciplina. Presupongo que será inspiración (recibir el aliento); creatividad que no sé si emana de una fuerza interna o tal vez sea producto de una conflicto psicológico no resuelto, como afirmó Freud.
¿Qué mensaje o tema principal quisiste transmitir a tus lectores a través de tu obra?
Concibo, o quiero concebir, que mis relatos sean como la poesía. La poesía conmueve. También nos ayuda, en cierta forma, a conocernos, a saber quiénes somos. En cualquier caso, cada uno de los cuentos transmitirá algo diferente. En el libro hay relatos que están escritos de forma —digamos— más académica, con la estructura en tres actos de planteamiento, nudo y desenlace. En cambio, en otros, como ”Tristes imbecilidades” (que hace alusión al término que utiliza Louis Aragon en su Tratado de estilo), utilizo la escritura automática. También hay un cuento-caligrama (en el que se visualiza una lanza), y el que da título al libro, ”Anatomía del desastre”, está elaborado sin puntuación alguna y compuesto con titulares reales e inventados. La unidad entre los cuentos está en la pretensión de realizar una exploración literaria que considere todas las partes que nos componen: los otros, el entorno, el momento histórico y político y nuestro interior consciente e inconsciente.
¿Cómo elegiste los personajes y desarrollaste sus personalidades en la historia?
Los personajes me eligen a mí. También deciden lo que debo contar de ellos, aunque lo que surge de esta manera inspirada, después hay que trabajarlo. Asimismo, el germen de muchos de los relatos procede de mi propia vida, tanto onírica como vigilante, hay bastante de autoficción (en cuanto recreación de acontecimientos y de hechos reales o la ficcionalización de la propia vida). También la metaliteratura está muy presente; la literatura como autoreflexión y la escritura como objeto literario que forma parte de la trama. Pero lo que más he pretendido ha sido que estos relatos sean poéticos —la poesía entendida como revelación—. Asimismo, que alcancen nuestra realidad y el desastre que opera en ella.
¿Hubo algún desafío particular al que te enfrentaste durante la creación del libro y cómo lo superaste?
El desafío es la propia escritura. Corriges, corriges y corriges. Lo lees, lo relees, y lo vuelves a releer. Y lo vuelves a corregir.
¿Qué crees que es lo más importante en un cuento?
«Cuenta como si el relato no tuviera interés más que para el pequeño ambiente de tus personajes, de los que pudiste haber sido uno. No de otro modo se obtiene la vida en el cuento». Esta es una cita del Decálogo del perfecto cuentista de Horacio Quiroga, y que para mí es fundamental.
¿Tienes algún consejo para aspirantes a escritores basado en tu propia experiencia?
El consejo es el de siempre, ineludible: lee. También —a mí, al menos, me ayudó bastante—acudir a clases de escritura creativa. Y, finalmente, y si lo deseas, escribe. Pero escribe con total libertad. Olvidándote de lo que has leído, de lo que has aprendido, de las técnicas narrativas, de los amigos, de la familia y de los posibles lectores. Escribe como deseas, sin codiciar honores. Rilke indicó el camino: «Entre en sí mismo. Investigue el fundamento de lo que usted llama escribir; compruebe si está enraizado en lo más profundo de su corazón…».
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