Rumer Godden, El río; trad., de Javier Fernández de Castro; Barcelona, Acantilado, 2018; 144 pp.
El río como imagen del transcurso de la vida y de la muerte, un camino a seguir y el destino que aguarda a sus protagonistas en un lugar de la India colonial británica cercano a Bengala, un relato ambientado en el hermoso jardín de una casa familiar, donde padre, madre y cuatro niños, conviven con las nimiedades del día a día que la narradora Rumer Godden cuenta bajo la mirada atenta y no menos curiosa de Harriet, una de las niñas, que será quien narre una conmovedora historia de alto contenido simbólico.
La novela El río
El río (1946) abunda en descripciones tan morosas como detallistas que se impregnan de los colores, de los olores, de los sonidos y de los ruidos, incluso se detalla la vegetación del jardín, la abundancia de las cosas de la naturaleza, y se perciben los sabores, el colorido de las ropas, y la descripción de los animales, incluidos los peligrosos: la cobra; son esas sensaciones que Harriet irá descubriendo y transmite como una exquisita y pausada anotación al lector. Cerca de la casa y el jardín se encuentra el río, por el que pasan la vida y los negocios de la pequeña comunidad de colonos y nativos porque en la misma casa descubrimos pronto una verdadera mezcolanza de razas y religiones. El río fluye y con él los pensamientos de la inquieta protagonista Harriet que darán pie a sus numerosas preguntas en un intento continuo de comprender el mundo; y ante sus ojos, desfila una escala de modos de ser de los mayores que no dejan de reflejar cuanto una familia consigue para el bienestar de los niños.
Harriet se debate entre ser eternamente una niña; y también desea convertirse en mayor, actitud bastante bien llevada por la sensualidad misma ensayada en el escenario en que discurre el drama de la vida cotidiana de estos adolescentes y niños, y a cuyo inesperado final asistiremos. Entre los personajes adultos, padres y criados, hay dos que tienen nombre propio: la vieja Nan y el capitán John, un oficial gravemente herido en combate que se encuentra reponiéndose en el lugar y, como resulta obvio, atraerá la atención de las dos chicas mayores: Bea, la primogénita y en plena pubertad, y Harriet algo más niña, y aunque cada una lo contempla de acuerdo con su edad, y para Harriet acabará por ser la imagen del primer adulto ajeno por el que siente admiración y del que busca reconocimiento, pues la joven se encuentra en ese punto en que la atracción física y la atracción intelectual por un hombre se mezclan y confunden. Luego, en un momento crucial de la existencia familiar, las fiestas navideñas, Bea confesará que no quiere que todo aquello vivido se acabe; sobre todo porque, ella y Harriet, cada una a su manera, perciben que algo está cambiando. Harriet hallará su consuelo en la equivalente comprensión de cuanto supone el río como representación de la vida: todo pasa, como el río, los días y los meses, el tiempo en definitiva, y al final del relato sus personajes aprenderán que el dolor y la muerte se mezclan con el nacimiento de una nueva vida, y la primera conciencia de que el paso de un río también presupone una despedida.
Cartel original de la película ‘El río’, de Jean Renoir (1951).
Un río cinematográfico
El director Jean Renoir, que llevó la historia de Rumer Godden al cine en 1951, protagonizada por Thomas E. Breen y Patricia Walters, calificó entonces el libro de homenaje a la India y a la infancia, un texto repleto de hermosas escenas, como ese paseo final de Harriet y el capitán John, un paseo en la noche sobre la tierra amada, pero con la inesperada aparición de la muerte, el nacimiento del bebé, o el momento en que, mientras Bea y el capitán John hablan, Harriet se dará cuenta de que discuten y que su relación es bastante distinta; se trata de un hermoso y sencillo alegato a la verdad de las cosas que después de muchos años sigue siendo una oportuna mirada frente a la mentira, la manipulación, o la absoluta desvergüenza moral de una sociedad que siempre está necesitada una profunda meditación.
La escritora Rumer Godden (en 1949), autora de la novela ‘El río’.
Biografía de la autora
Rumer Godden nació en Sussex, el 10 de diciembre de 1907, (Inglaterra) y fue criada junto a sus tres hermanas en Narayanganj, ciudad que entonces era parte del Raj británico. Cuando tenía veinte años regresó al Reino Unido junto a sus hermanas para prepararse como maestra de baile. En 1930, se mudó a Calcuta, en donde empezó una escuela de danza para niños ingleses e hindúes que administró durante 20 años con la ayuda de su hermana Nancy. Durante este periodo publicó su primer superventas, Black Narcissus (1939).
Tras un matrimonio fallido, Godden se mudó con sus dos hijas a Cachemira, donde vivieron inicialmente en una casa flotante. Godden regresó a Calcuta en 1944. Su novela Kingfishers Catch Fire está basada en su vida en Cachemira. En 1949 volvió a casarse y regresó al Reino Unido para concentrarse en su carrera literaria.
A principios de los años 1950, Godden empezó a interesarse por el catolicismo, pero no se convirtió oficialmente hasta 1968. En varias de sus últimas novelas presentaba a sacerdotes y a monjas católicos. En 1968, Godden alquiló Lamb House, en donde vivió hasta la muerte de su esposo en 1973. En 1978, se mudó a Moniaive (Dumfriesshire). En 1993, fue nombrada Oficial de la Orden del Imperio Británico. Godden visitó India en 1994, y regresó a Cachemira para filmar un documental de la BBC sobre su vida. Murió el 8 de noviembre de 1998 a los 90 años.
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