La poética radical de 'Luz de tormenta', último libro de relatos de Ángel Zapata - ¡Zas! Madrid
«Prefiero pensar la escritura no del lado de la fuerza sino del de la debilidad»
Ángel Zapata es profesor de Escritura Creativa en la Escuela de Escritores , y autor de La práctica del relato , Las buenas intenciones y otros cuentos , El vacío y el centro. Tres lecturas en torno al cuento breve, La vida ausente y Materia oscura . Tuvo a su cargo la edición de Escritura y verdad (Cuentos completos de Medardo Fraile) ; y ha publicado la traducción de André Breton y los datos fundamentales del surrealismo , de Michel Carrouges. Su último libro es Luz de tormenta.
La evolución hacia escritor poético te ha llevado a Materia oscura, tu libro anterior, y a esta Luz de tormenta, con unos relatos inquietantes, radicales. Sustraído el lenguaje de su carácter utilitario, y pensando en el lector: ¿crees que es preciso amar una obra, antes de comprenderla?
Aunque el racionalismo diría que para amar algo o a alguien antes hay que comprenderlo, yo juraría que siempre amamos sin comprender (o por lo menos sin comprender del todo), y que el amor tiene más extensión que el conocimiento. Yo amo muchos libros que entiendo solo en parte. Y en este sentido, con Luz de tormenta me sorprende cada día la recepción tan amplia y tan apasionada que está teniendo entre los lectores; y entre lectores, muchas veces, que en absoluto estaban habituados a disfrutar de libros “que no se comprenden”.
¿La escritura debe ser ante todo una «fuerza de negación»?
Lo negativo es parte esencial de la realidad. Es la realidad misma, incluso, en tanto la concebimos no como una arquitectura de categorías fijas, sino como un movimiento. Lo negativo es «esa vivísima quemadura que mantiene despiertas las cosas», como leemos en Poeta en Nueva York. Hay quien escribe para sosegar la realidad y reconducirla a una quietud de cementerio. Me refiero con esto a todos esos discursos —de ficción o no— que se mueven en la gelatina de lo consabido, y cuya función es consolidar la mentira desesperada, miserable y fúnebre, de que lo que hay es todo lo que puede haber. No creo, sin embargo, que la escritura sea ahora mismo “una fuerza de negación”, porque la fuerza en esta época histórica está del lado de lo positivo, de la gestell de la que habla Heidegger: el entramado (códigos-dispositivos-prácticas) que trae violentamente a presencia la realidad bajo la forma de lo mismo, lo calculable, lo transparente (exento de misterio), y lo sujeto a control. También por eso prefiero pensar la escritura no del lado de la fuerza sino del de la debilidad. Es necesaria, claro, una lucha estratégica con la barbarie que ya tenemos encima. Pero en este momento es precisa también la acción sigilosa de desmoralizar e inocular la angustia a los opacos entusiastas de esta calamidad de sistema.
El sentido de lo poético que encierran los textos de Luz de tormenta, ¿pretende ser más herramienta de liberación o forma de conocimiento?
Las dos cosas me parecen irrenunciables, desde luego. Y también me gusta no perder de vista la dimensión de lo poético tomado en su valor intrínseco y en su inutilidad soberana.
Por los relatos de Luz de tormenta cargados de indignación, ¿te hallas, como dijo de Rimbaud Jacques Riviére, en «estado de legítima ofensa»?
La indignación que detectas en Luz de tormenta es la que he sentido estos últimos años, en efecto, ante el espectáculo de una ciudadanía imbecilizada, irresponsable y amorfa, que se hace cómplice, con su voto y sus actitudes, de formas de opresión que creíamos felizmente enterradas en los basureros de la historia.
Por poner un ejemplo: lo peor no es que bajo el gobierno del PP se haya detenido a activistas sociales a las 5 de la mañana, o que pueda haber ciudadanos en la cárcel cuyo delito ha sido manifestarse contra un desahucio. Lo peor es que estos atentados flagrantes a los derechos humanos se hayan podido hacer sin el menor coste político. Y sin que se haya alterado ni por un instante la densa paz de mausoleo que la dictadura franquista dejó instaurada para siempre en este país.
¿Piensas que tu libro —en cierta forma, de alguna manera— contribuye a dinamitar la producción literaria banal en la que estamos instalados?
No, y ni siquiera lo pretendo. Me dan profundamente igual los productos que las editoriales quieran promocionar a bombo y platillo y que la crítica mercenaria quiera aupar a sus listas de más vendidos. Todo ese negocio ni me interesa ni me concierne en lo más mínimo.
El Surrealismo se sigue viendo como un mero movimiento de vanguardia, y se olvida o se desconoce su proyecto revolucionario; como militante del Grupo Surrealista de Madrid: ¿qué acciones lleváis a cabo para dar a conocer su pensamiento y su acción transformadora? Como dijo Breton, ¿«el Surrealismo es lo que será»?
El Grupo Surrealista de Madrid desarrolla su actividad en sintonía con el entorno libertario y con diversos movimientos sociales. Su esfera de actividad más propia concierne al enriquecimiento de la vida sensible, y a la crítica de los modos de subjetivación aberrantes impuestos por este orden social. Esto se lleva a cabo mediante varios tipos de charlas, encuentros y jornadas, y también en las publicaciones de la editorial La Torre Magnética o en las páginas de la revista Salamandra. La definición que citas es una de las más hermosas y exactas que se han dado sobre el movimiento. En esta época, sin embargo, a mí me viene frecuentemente a la memoria la hermosa consigna que proponía Breton en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial: “No ser nada, ser todo, ABRIR EL SER”.
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…clara y contundente reflexión, acertadas preguntas.
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