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¡Zas! Madrid | October 8, 2024

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'La recuperación de la memoria' de Eduardo Subirats: la propuesta de un cambio a partir de la recuperación del pasado - ¡Zas! Madrid

‘La recuperación de la memoria’ de Eduardo Subirats: la propuesta de un cambio a partir de la recuperación del pasado
Emilia Lanzas

«El desastre económico y social español que ha seguido a su milagrosa democracia habla por sí mismo»

• «Cualquier intento de crear un pensamiento independiente en España ha sido y es liquidado por el aparato de censura del tradicionalismo nacionalista y católico»

• «La «Movida» fue una expresión intelectualmente banal, políticamente irresponsable y, en términos internacionales, insignificante»

• «Las culturas originales de América nunca fueron reconocidas, sino destruidas»

El filósofo Eduardo Subirats, autor de ‘La recuperación de la memoria’.

Eduardo Subirats ha desarrollado una ingente y original obra ensayística. Estudió Filosofía en la Universidad de Barcelona (de donde fue expulsado en 1980, siendo profesor, y convirtiéndose en uno de los últimos exiliados del postfranquismo español). Realizó estudios en la Universidad Libre de Berlín y en París. Actualmente, reside en Princeton, y es profesor e investigador de la Universidad de Nueva York y en la Escola da Cidade, Faculdade de Arquitetura de São Paulo.

Su libro La recuperación de la memoria supone una recopilación de ensayos sobre las culturas ibéricas y latinoamericanas, en donde reivindica pensadores claves que han sido ignorados como Blanco White, Simón Rodríguez o Ibn Rushd (Averroes).

La recuperación de la memoria supone un resarcimiento de personas y situaciones, tanto en España como en Latinoamérica, que la mayoría de los intelectuales han ignorado en connivencia con los poderes y las instituciones. ¿Cuál ha sido el trasfondo de estas omisiones y de esta complicidad?
Motivos y razones internos, y razones y presiones externas. Desde una perspectiva doméstica cualquier intento de crear un pensamiento independiente en España ha sido y es liquidado por el aparato de censura del tradicionalismo nacionalista y católico, y posteriormente por las normas establecidas por el hispanismo británico y sus sucesores norteamericanos. De acuerdo con el catolicismo no se puede considerar española la obra del filósofo islámico Ibn Rushd (solo reconocido bajo su nombre cristianizado de Averroes), con el que comienza el esclarecimiento europeo. Según las normas del hispanismo británico y sus extensiones norteamericanas existe un enlightenment hispánico hecho y derecho (los hispanistas españoles traducen este concepto por el sinsentido de “ilustración”) cuando en realidad sus tres grandes nombres, Goya, Blanco White y el venezolano Simón Rodríguez testimonian con su exilio y posterior censura todo lo contrario. Y las mentes nacionalistas han inventado una España católica en torno a Calderón y Lope, han transformando al humanista hispanojudío Lujis de Leon en un “fraile”, o bien han ocultado las relaciones entre el misticismo de Santa Teresa o San Juan respectivamente con la espiritualidad de la cabala hispánica representada por el Zohar (escrito en la misma ciudad de Ávila en el siglo doce) o con el misticismo hispano-islámico representado por el murciano Ibn al-Arabí. Por mencionar ejemplos crasos de falsificación historiográfica. Y un largo etcétera.
Lo peor es que estos argumentos que cito ahora no son nuevos. Los pronunciaron en el mismo lugar (Princeton) hace medio siglo los profesores Vicente Llorens y Américo Castro, dos nombres perfectamente borrados de la conciencia anti-intelectual española.

Oficialmente se defiende que la Transición española supuso la superación de la dictadura militar y el triunfo de la democracia. Tú opinas que no hubo transformación verdadera, sino más bien una especie de performance mediático que no ha supuesto cambios sustanciales, y que transformó al ciudadano de actor político en consumidor y espectador social. ¿Crees que esa situación se ha modificado actualmente?
Yo no opino nada, no soy un ensayista de “opinión”. Ni tampoco poseo “creencias” políticas. El desastre económico y social español que ha seguido a su milagrosa democracia habla por sí mismo. Y no tengo que hacer ni comentarios, ni emitir opiniones al respecto. Obviamente, no todo son causas internas: es decir, la falta de inteligencia de los intelectuales o la ostensible corrupción de los políticos españoles que dirigieron el espectáculo de la transición. Pero tampoco se puede echar enteramente la culpa a la arrogante y corrupta burocracia de la Unión Europea.

Igualmente, cuestionas la denominada “Movida” como un barniz externo, como mera estetización banal que no cuestionó y que declinó en la indiferencia, la pasividad y el consumo, y en la que no se cuestionaron los valores heredados de la dictadura franquista, neutralizando cualquier forma de crítica social y de reflexión cultural o política. ¿La Movida fue orquestada o, simplemente, surgió?
Llamarla “estetización” es una manera sutil y elegante de poner en cuestión sus constituyentes. Es la crítica limitada que yo podía hacer en los años noventa. En realidad fue una expresión intelectualmente banal, políticamente irresponsable y en términos internacionales insignificante. Hoy nadie que se precie intelectualmente puede detenerse ni un segundo en sus filósofos, novelistas o directores de cine. Ni siquiera los hispanistas norteamericanos le dedican ya la menor atención.

En este libro, como en otros anteriores, vuelves a vindicar al pensador, escritor y periodista José María Blanco White censurado por el nacionalcatolicismo español y, aún hoy, injustamente olvidado. ¿Qué representa para ti su pensamiento?
Una reforma esclarecida imposible en la España católica de la Inquisición (los españoles prefieren usar el sinsentido “ilustrada”, que viene de lustre y de ilustre, y desconoce la acción de esclarecer), una reforma liberal imposible bajo la monarquía absolutista de los Borbones, y un pensamiento independiente completamente inaceptable desde el punto de vista de las tradiciones castizas españolas.

Postulas la obra del Inca Garcilaso quien, como indicas en tu libro, «reclamó un mutuo reconocimiento entre el llamado Viejo Mundo y el Mundo llamado Nuevo como dos universos lingüística, cultural y religiosamente diferentes, pero legítimos por derecho propio»; tal y como también reivindicó Thomas More, en su Utopía. ¿Ha habido, alguna vez, ese verdadero reconocimiento a las culturas indígenas de América?

Las culturas originales de América nunca fueron reconocidas, sino destruidas hasta el actual grado cero que las reduce a la categoría de minorías étnicas o “indígenas”. Esa fue ya la crítica del primer humanista americano, el Inca Garcilaso de la Vega. Me refiero a su sentencia: “estas culturas antes destruidas que conocidas”. La “ciudad letrada” latinoamericana ha cantado la misma canción española con idéntica solfa. Nadie, que yo sepa, excepto mi (destruido por la censura española) El continente vacío, ha rescatado las dimensiones filosóficas y humanistas de la obra de Garcilaso.

¿Por qué se ha negado sistemáticamente por la intelectualidad española los legados culturales de los hispanomusulmanes e hispanojudíos?
Pues por ser islámicos y judíos. La cultura oficiosa española, que es fundamentalmente católica y esencialmente irreligiosa, sigue considerando a estas dos civilizaciones como fundadas en “falsas religiones”.

¿Por qué te expulsaron de la Universidad de Barcelona, en 1981?
Yo era entonces un muchacho joven y rebelde. Venía de una cultura de Berlín que todavía se alimentaba de la tradición humanista alemana del siglo veinte, de Bloch, Adorno, Thomas Mann o Günter Anders. Choque frontalmente con una Facultad de Filosofía ocupada por estúpidos escolásticos y marxistas dogmáticos, y me refugie en una Facultad de Arquitectura intelectualmente paupérrima y dominada por una mediocre vanguardia de imitación norteamericana. Además de las corruptelas de los pasillos administrativos a las que no estaba habituado. No había negociación posible.

Vives en Princeton desde hace veinte años. ¿Por qué crees que ha ganado Donald Trump las elecciones?
El concepto de “elección” presupone una diversidad de opciones. En la actual etapa decadente del sistema democrático en el llamado Occidente todas las opciones y elecciones ofrecidas por los aparatos de propaganda política se distinguen apenas por sus tonalidades oscuras.


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