La larga y fuerte resistencia del Rastro madrileño - ¡Zas! Madrid
Valorar la resistencia del colectivo de titulares de los puestos del Rastro de Madrid
Hace alrededor de un año que finalizó uno de los más largos y duros procesos de lucha que han tenido que llevar a cabo los titulares de los puestos del mercadillo municipal más grande de Europa: El Rastro de Madrid.
Este estudio narra la contienda política iniciada a raíz de la sobrevenida y abrupta crisis sanitaria por SARS-CoV-2, debido a la amenaza que el ejecutivo municipal del Ayuntamiento de Madrid lanzó al colectivo de vendedores ambulantes de este idiosincrático mercado al querer aprovechar la estructura de oportunidades que ofrecía el contexto pandémico para recortar y reestructurar su espacio de trabajo excusándose en motivos sanitarios y de seguridad. Lo cual implicaba el desmantelamiento de este Patrimonio Histórico y Cultural, emblema de la ciudad e icono internacional, para imponer un nuevo modelo de mercado basado en lógicas neoliberales (la agenda oculta).
Para resistir esta ofensiva la Asociación Cultural El Rastro, que integra al 70% de los titulares de los puestos de El Rastro de Madrid, lideró la protesta, una vez más, realizando múltiples movilizaciones en diversos frentes y simultáneamente, acompañada por las asociaciones AGARTSANA y ASIVERAS que también tienen representación en este mercadillo y todas ellas están integradas en la Plataforma de Comerciantes Ambulantes de la Comunidad de Madrid. En la defensa de este espacio público sus vendedores tenían varios motivos fundamentales: conservar todos y cada uno de los puestos de trabajo en sus ubicaciones habituales, donde tenían fidelizada su clientela, y que su gestión siguiera siendo pública, para evitar su expropiación y mercantilización para beneficio privado.
He de subrayar que esta disputa se desarrolla dentro de otro proceso histórico en el que aún estamos inmersos: el silencioso y profundo cambio social de carácter total, que ha sido impulsado por la interacción del contexto pandémico (y sus medidas de distancia social y restricciones a la movilidad) y la implantación de las nuevas tecnologías de la información y comunicación en todos los ámbitos, públicos y privados, cuya consecuencia ha sido la sustitución de gran parte de las relaciones, gestiones y transacciones presenciales por las virtuales, obligándonos a modificar en tiempo record las costumbres, hábitos y valores de la vida cotidiana que está consolidando y legitimando la cuarta revolución tecnológica (4.0).
En esta inédita situación de confinamientos y de shock social los vendedores tuvieron que organizar su acción social, reinventándose continuamente para adaptarse a la cambiante dinámica contenciosa, que duró dieciocho meses y se desarrolló bajo una pronunciada asimetría de poder entre el gobierno municipal (objeto de las reivindicaciones) y los titulares de los puestos de El Rastro (reivindicadores) poniendo a prueba la resistencia y resiliencia de este colectivo. En este sentido, puede ser un ejemplo de lucha ante ofensivas de carácter neoliberal que modifican profundamente las condiciones de vida y trabajo de la gente, como sucede con el proceso de gentrificación y turistificación implantado en el centro de la ciudad, donde está ubicado El Rastro de Madrid. De este modo, se verifica que los fenómenos sociales están vinculados a las vivencias subjetivas de los actores cuyas historias de vida, personales y colectivas, reflejan hechos sociales complejos y de largo alcance que pueden ser objetivados, rastreada su historicidad y, en último término, contribuir a la transformación social.
Cierre de El Rastro y propuesta de reapertura
Con el inicio de la pandemia se cerraron los alrededor de 3.500 mercadillos municipales, periódicos y continuados que se celebraban semanalmente en el Estado español. Entre ellos el emblemático Rastro de Madrid, que data desde 1740 y que nunca había sido suspendida su celebración, ni tan siquiera durante la Guerra Civil, lo que sí ocurrió por el Decreto del 12 de marzo de 2020 del Concejal-Presidente del Distrito Centro del Ayuntamiento de Madrid (competente en la gestión de El Rastro) por el cual también suspendió las 996 autorizaciones municipales de los titulares de los puestos. Una situación que se aceptó porque iba a ser transitoria debido a la emergencia sanitaria.
En el mes de mayo de 2020 comenzó el proceso de desescalada del estado de alarma y, con ello, la reanudación progresiva de las actividades, con medidas sanitarias, entre ellas la reapertura de los mercadillos. Dado que el ejecutivo municipal ignoraba los intentos de contactarle de los representantes de El Rastro, estos decidieron exponer la situación de abandono ante los medios de comunicación. Esto fue clave para que la Concejalía del Distrito Centro les convocara una reunión online (como serán prácticamente todas) para finales de mayo, a la que también acudieron los representantes de la Asociación de Vecinos El Rastro y de la Asociación Nuevo Rastro, de comercios con establecimiento fijo. En ella se expresó la inquietud del colectivo de titulares de los puestos sobre cuándo y cómo tenían previsto reabrir El Rastro, respondiendo el Concejal Presidente que elaboraran una Propuesta para proceder a su reapertura y les emplazó a presentarla en una próxima reunión para el 5 de junio.
El contenido de la Propuesta de Reapertura del colectivo de vendedores fue consensuado entre los asociados a través de procesos participativos y se remitió por escrito con anterioridad a la reunión con el Ayuntamiento, con copia a todos los partidos políticos y medios de comunicación. En ella se planteaba que los titulares de los puestos se autolimitaban a instalar el 50% de los mismos los días de celebración de El Rastro, alternándose semanalmente los vendedores para cumplir las distancias de seguridad y normativa sanitaria. Así se activarían todas las autorizaciones municipales y permanecerían en sus ubicaciones habituales. Para ello, el perimetraje de la zona para el control del aforo de visitantes tendría que abarcar todo el espacio histórico, incluyendo puestos y comercios establecidos, y encargarse de ello el Ayuntamiento al ser competencia municipal. Por último, se incidía que estas medidas serían provisionales hasta el control de la pandemia, momento en que volvería a la situación previa a la misma instalando el cien por cien de los puestos.
Tras exponer esta Propuesta el Concejal del Distrito dijo que habían decidido mantener El Rastro cerrado mientras continuara la crisis sanitaria; pero para ir avanzando pidió a los representantes de los vendedores que elaboraran un plan de dónde irían instalados cada uno de los puestos. Se le solicitó que para ello necesitaban un listado de los puestos con sus medidas, un plano de la zona y apoyo técnico. Tras insistir por escrito en esta petición, el Ayuntamiento les remitió tan solo unos planos ilegibles; no obstante, los titulares de los puestos constituyeron una Comisión de Planos para medir el espacio de El Rastro y distribuir los puestos. Una proeza imposible de cumplir sin los medios solicitados al ejecutivo municipal. Por otro lado, se consensuó con Más Madrid el contenido de una proposición para reabrir El Rastro con la propuesta de los vendedores, la cual se votaría en el Pleno del Distrito el 17/6/2020 y se registró el 9/6/2020. Curiosamente, al día siguiente el alcalde de Madrid, el Sr. Almeida, responsabilizó a los vendedores de que El Rastro siguiera cerrado y que se reabriría próximamente instalando el 50% de los puestos en las condiciones que considerara el Ayuntamiento si no se llegaba a un acuerdo con ellos.
De esta forma quedaron claras las intenciones del ejecutivo municipal: justificar ante la opinión pública las decisiones unilaterales que de antemano tenían previstas para El Rastro (su agenda oculta).
De esta forma quedaron claras las intenciones del ejecutivo municipal: justificar ante la opinión pública las decisiones unilaterales que de antemano tenían previstas para El Rastro (su agenda oculta). Por ello sus representantes denunciaron la situación y solicitaron explicaciones; pero el Ayuntamiento no les respondió. Lo que sí hizo el alcalde, poco antes de celebrarse el Pleno, fue desdecirse afirmando que no tenían fecha para reabrir El Rastro y que: «El Ayuntamiento está a la espera de recibir una propuesta de funcionamiento por parte de los comerciantes, que tiene toda esta semana para presentarlo» responsabilizando nuevamente a los vendedores por la demora. De similar forma se expresó el Concejal del Distrito ante las preguntas de Más Madrid. Era evidente que estaban manipulando los hechos y, por ello, la proposición fue aprobada con los votos de Más Madrid, PSOE y la abstención de VOX. Si bien el Ayuntamiento lo ignoró argumentando que había que proteger a la ciudadanía de los contagios, que de seguro se producirían si se reabría El Rastro con la propuesta de los vendedores.
Ante esta situación los representantes de El Rastro respondieron: «Nos están ignorando para luego justificarse ante la opinión pública y quizás así organizar el Rastro como ellos consideran» en los medios de comunicación, con los cuales tenían una relación muy fluida dado que siempre se les atendía donde, como y cuando quisieran y les facilitaban todo tipo de documentación. De la misma forma se actuaba con los partidos políticos, sin discriminar a ninguno de ellos, dándoles la oportunidad de posicionarse y apoyar o no las reivindicaciones, a la vez que se les dejaba claro la independencia y autonomía de las organizaciones representativas de El Rastro. Fundamentalmente por respeto al heterogéneo perfil sociológico del colectivo (culturalmente, creencias, generación, etnia, género, etc.) y porque ideológicamente es muy transversal. De esta forma se fomentaba la cohesión interna y era una protección ante posibles tentaciones de querer liderar o capitalizar la lucha por intereses ajenos a la misma. Si bien se era consciente de la necesidad de intercambiar información y colaborar con ellos para trasladar las demandas al ámbito institucional de la política, donde se toman decisiones sobre el presente y futuro de los vendedores, y la regulación y/o reestructuración del mercadillo municipal. Siendo los grupos municipales de la oposición los que han mostrado sensibilidad hacia la injusticia perpetrada, fundamentalmente Más Madrid y, en ciertos momentos, el PSOE: ambas formaciones presentaron diversas iniciativas para que el ejecutivo municipal se posicionara públicamente sobre cómo y cuándo se reabriría El Rastro madrileño.
Primera propuesta de reapertura
El Ayuntamiento de Madrid seguía sin dar respuesta a las reivindicaciones de los vendedores, por lo que estos difundieron una convocatoria de manifestación/concentración para el 5 de julio e intensificaron su presencia en redes sociales y medios de comunicación para exigir la reapertura de El Rastro instalando el 50% de los puestos en sus ubicaciones habituales. La Concejalía de Centro convocó a las asociaciones de El Rastro a una reunión para el 24 de junio. Justamente un día antes del Pleno, lo cual no era casual, sino la táctica habitual del ejecutivo municipal para adelantarse y tratar de neutralizar el discurso de la oposición política. En ella presentó una Propuesta de Reapertura para El Rastro que, en resumen: suprimía gran parte de su espacio histórico y planteaba la creación de tres mini mercadillos, aislados entre sí y con controles de aforos individualizados. Se reabriría una de las zonas con el 12% de los puestos de los 996 con autorización, que se seleccionarían por sorteo e irían rotando semanalmente. Lo cual suponía trabajar un día cada tres meses y, solo sí la Concejalía lo consideraba conveniente, progresivamente se reabrirían las otras dos zonas. La perimetración del espacio y el control de aforo se delegaban en los vendedores y/o les animaban a contratar una empresa privada de seguridad.
Los representantes de los titulares de los puestos plantearon múltiples objeciones a la citada Propuesta del Ayuntamiento, si bien se sometió a debate y votación del colectivo a través de los grupos de whatsapp, verificándose que se emitía un solo voto por titular o persona autorizada. El resultado fue de absoluto rechazo y así se remitió al Ayuntamiento, partidos políticos y medios de comunicación, señalando que era una profunda reestructuración y recorte del espacio público de El Rastro, el desmantelamiento de 300 años de su historia y cultura, el inicio de su gestión privada y la creación de dos Rastros: uno para los comercios fijos que sacarían sus mercancías a las aceras, que serían de libre tránsito; y otro para los puestos, desplazados de sus ubicaciones habituales para situarlos exclusivamente en las calzadas, que estarían perimetradas y tendrían control de aforo. Ello suponía un agravio comparativo respecto de los establecimientos fijos, que serían los beneficiarios de la reestructuración (cuyo representante quería capitalizar la marca Rastro para atraer visitantes a su zona en detrimento de los puestos), así como el ayuntamiento que impondría un nuevo modelo de mercado basado en lógicas neoliberales. El reiterado argumento de que las medidas serían transitorias y por razones de seguridad y sanitarias carecía de fundamento.
El comienzo de las movilizaciones en las calles
El domingo 5 de julio se celebró la primera concentración/manifestación en el Rastro de Madrid, con gran éxito de asistencia, civismo y repercusión mediática, a la que le seguirían otras muchas. Pero, dado que esta contienda se desarrolló en circunstancias totalmente diferentes a otras previas, por los confinamientos, estas movilizaciones no pudieron completarse con otra práctica de protesta habitual en conflictos anteriores: aprovechar el gran poder de convocatoria social que tiene el mercadillo para colgar carteles2/ en los puestos de venta denunciando la situación mientras se trabajaba y se recogían firmas de apoyo. Por ello hubo que reinventar la estructura de movilización y organización; co-construir y reconstruir el relato, sobre la situación de agravio e injusticia que se estaba vivenciando, así como el procedimiento para decidir los objetivos, tácticas y estrategias de forma que fueran legítimos y legitimados. Todo ello se realizó a gran velocidad y tratando de superar el shock social por la crisis sanitaria. Para ser prácticos se constituyeron Comisiones de Comunicación, Cultura y Concentración encargadas de la logística y organización de las manifestaciones en las calles, en las que se atendían a los medios, se informaba y se recogían firmas de apoyo, se realizaban asambleas abiertas y se desplegaba un amplio repertorio de actividades.
Protestar los domingos ocupando el espacio de trabajo, donde antes de la pandemia estaban instalados los puestos de venta, lanzaba un potente mensaje simbólico: los titulares de los puestos eran los que legal y legítimamente tenían el derecho a ocupar esas calles y plazas los días de mercadillo, dado que tenían autorizaciones municipales por quince años prorrogables aunque en esos momentos estuvieran suspendidas. Además, los reencuentros presenciales fueron clave para canalizar la indignación a través de la acción social, fomentar los vínculos de solidaridad y afecto y evitar caer en la desesperanza. Proporcionando la fuerza para seguir luchando por lo que era justo en momentos de gran sufrimiento social y económico dado que solo algunos vendedores pudieron acogerse a las ayudas públicas (Cese de Actividad, Ingreso Mínimo Vital, etc.) y las deudas y los problemas se iban acumulando al mantener el Ayuntamiento El Rastro cerrado para forzar la claudicación.
Campaña de intoxicación del Ayuntamiento de Madrid
Se resistió a pesar de tantos obstáculos y de las maniobras del ejecutivo municipal que intentó fragmentar el movimiento de protesta convocando, de forma oculta, a miembros del colectivo para tratar de reabrir El Rastro con la Propuesta del Ayuntamiento (cuestión que fracasó) y de su agresiva campaña de desprestigio, que aprovechaba el estado de shock por la pandemia para trasladar a la opinión pública falacias como que los titulares de los puestos de El Rastro estaban poniendo la economía por delante de las vidas dado que querían reabrirlo sin medidas sanitarias. Asimismo manipularon datos para dar a entender que las movilizaciones eran porque se querían mantener puestos ilegales: de 2000 solo 994 estaban al corriente de pago. Cuando la realidad es que el número de titulares desde hace años son los mismos, 996, y para ejercer la actividad tienen que demostrar, anualmente, tener la documentación en regla y estar al corriente de pago de todas sus obligaciones. En esta tarea de intoxicación contaban con aliados: los representantes de la Asociación de vecinos El Rastro y, sobre todo, el presidente de la Asociación Nuevo Rastro que representaba a parte de los comerciantes establecidos y que reiteradamente descalificaba al colectivo de vendedores ambulantes. Todos ellos serían los beneficiarios de la reestructuración del emblemático mercadillo madrileño.
Nuevas propuestas, movilizaciones, trampas y reapertura
A medida que las reivindicaciones de los vendedores iban logrando mayor visibilidad y apoyo social el ayuntamiento presentó dos nuevas propuestas de reapertura, que básicamente eran iguales a la primera excepto que iban aumentando el porcentaje de puestos a instalar (33% y posteriormente el 50%) y que desplazaban gran parte de ellos fuera de El Rastro. Razón por la que fueron rechazadas en las votaciones online4/. Por esta razón se incrementaron las movilizaciones: los domingos en El Rastro y entre semana en el centro de la ciudad, para implicar a la ciudadanía en la defensa de este espacio colectivo, público, vivo y dinámico, que no sólo era comercial sino, también, de encuentro social, interclasista, intergeneracional e intercultural, y que les pertenecía a ellos; no a los gobiernos. Se consiguieron alianzas con los vecinos, comerciantes establecidos, el colectivo de los puestos políticos de Tirso de Molina, y epidemiólogos de la Asociación Madrileña de Salud Pública5/ (AMSP), que afirmaron que la Propuesta de Reapertura del colectivo de vendedores cumplía todos los requerimientos sanitarios en el contexto covid-19.
Se reclamó que convocaran una mesa de trabajo presencial para desbloquear la situación y esta se celebró el 4 de septiembre, en la que los vendedores expusieron un proyecto con planos detallando la ubicación de los puestos y accesos para visitantes que elaboró un experto en seguridad y emergencias que habían contratado. Curiosamente, el Ayuntamiento no presentó nada, planteando solamente que lo estudiarían. Al día siguiente se conoció que tenían otros planes: el Concejal-Presidente del Distrito previamente a la reunión del día 4 había convocado un Pleno para el 9 de septiembre, cuyo orden del día incluía votar su vieja Propuesta de Reapertura, la cual ya había sido rechazada por los titulares de los puestos de El Rastro. Ello dio lugar a una concentración frente al Pleno, logrando que toda la oposición política votara en contra de la Propuesta del Ayuntamiento y apoyaron a los vendedores. La Concejalía se vio obligada acercar posiciones, aunque seguía resistiéndose a reabrir el Rastro. Después de sonoras movilizaciones, se presentaron dos nuevas propuestas: en la cuarta el ayuntamiento ya se responsabilizaba del perimetraje y el control del aforo; sin embargo, conllevaba condicionantes, por lo que se solicitó mejoras a las que no respondieron; tras nuevas movilizaciones e iniciativas de Más Madrid en la Comisión de Seguridad del Ayuntamiento, propusieron una quinta propuesta, la cual respetaba básicamente el eje histórico de El Rastro; pero contenía una trampa, al volver a delegar en los titulares de los puestos todo lo relativo al control del aforo. Para no dar excusas a mantener El Rastro cerrado y responsabilizar de ello a los vendedores, estos decidieron llevarla a votación del colectivo incluyendo la opción de apoyar esta propuesta siempre y cuando el ejecutivo municipal se encargara del perimetraje y control del aforo. Esa opción obtuvo el apoyo mayoritario, y tras varios tiras y afloja en los medios de comunicación, se llegó a un acuerdo para reabrir El Rastro el 22 de noviembre, con la propuesta de los vendedores (excepto que implantaron dos Rastros), después de llevar ocho meses cerrado y celebrarse 28 manifestaciones.
El camino hasta la nueva normalidad
El día de la reapertura con el 50% de los puestos en El Rastro fue agridulce por el incumplimiento de algunos de los acuerdos por parte del ayuntamiento, lo que motivó una protesta de los vendedores, de la que fueron testigos los medios de comunicación nacionales e internacionales. Tras registrar un informe con las quejas se creó una Comisión de Evaluación, compuesta por vendedores, para hacer seguimiento de los incidentes los días de celebración de El Rastro y solucionarlos con los mandos policiales. Esta colaboración funcionó relativamente bien y meses después se solicitó instalar el 100% de los puestos al estar controlada la crisis sanitaria. Una propuesta que recogieron Más Madrid y el PSOE y se llevó a votación en el Pleno del Distrito el 15-9- 2021. Una vez más, se consiguió que todos los partidos de la oposición política votaran a favor de la proposición; sin embargo, hubo que reanudar las movilizaciones por la resistencia de la Concejalía a aplicar lo aprobado por mayoría. Como ya estaba El Rastro abierto, aunque al 50%, se pudieron colgar carteles en los puestos de venta con el texto: “Almeida, cumpla con lo votado en el Pleno: El Rastro al 100% en nuestras ubicaciones originales”. Debido a la presión ejercida en los medios de comunicación y redes sociales, el ejecutivo municipal tuvo que autorizar la instalación del 100% de los puestos el domingo 26 de septiembre de 2021. Después de dieciocho meses de lucha y gran incertidumbre, se consiguió que los 996 titulares de los puestos pudieran instalarse todos y a la vez en sus ubicaciones habituales, las anteriores al inicio de la pandemia.
A modo de reflexión
El Rastro de Madrid es la madre de todos los mercados y su lucha ha supuesto, una vez más, un dique de contención para la implantación de políticas neoliberales en los mercadillos municipales, máxime en el contexto pandémico donde la estructura de oportunidades era favorable al ejecutivo municipal. No obstante, se resistió la ofensiva y probablemente ha sido el colectivo que durante más tiempo y con mayor frecuencia ha mantenido movilizaciones en las calles y con presencia en los medios, respecto de otros colectivos movilizados, durante este periodo en el país.
A lo largo de esta contienda por el espacio público de El Rastro, junto a las numerosas movilizaciones ha sido clave evidenciar las incoherencias del discurso del ejecutivo municipal (y aliados), así como entre lo que decían y hacían, y detectar sus trampas para tratar de desactivarlas a tiempo y ganar la guerra por el relato ante la opinión pública. Todo ello ha contribuido a modificar la agenda política del gobierno municipal (la expresa y la oculta) respecto a las pretensiones que tenían para El Rastro madrileño.
El Rastro de Madrid es la madre de todos los mercados y su lucha ha supuesto, una vez más, un dique de contención para la implantación de políticas neoliberales en los mercadillos municipales.
Por ello, esta historia de lucha es social y sociológicamente relevante al aportar un ejemplo para el análisis de los movimientos sociales6, pudiendo inspirar confianza en que la acción social ante las injusticias o para modificar un orden social dado merece el esfuerzo, dado que el resultado no está predeterminado, si bien está condicionado por la asimétrica relación de poder. Aun con todo, y a pesar del neoliberalismo dominante, a veces es posible lograr los objetivos; aunque para ello es imprescindible que los miembros de las organizaciones (formales, informales o hibridas) co-construyan a través de procesos participativos un relato que pueda ser legitimado por los afectados; evidencien el agravio y creen una brecha que deslegitime el discurso del adversario; cohesionen el colectivo ejerciendo la transparencia, fomentando la confianza, implicación y vínculos de solidaridad y afecto –que son más potentes con el contacto presencial-, se practique la coherencia, consistencia, persistencia, honestidad y lealtad; y que la forma que adopten las movilizaciones pueda obtener la empatía de la ciudadanía y potenciales aliados. ¡Todo un reto! Por ello pongo en valor la resistencia y resiliencia del colectivo de titulares de los puestos de El Rastro de Madrid, que de seguro no será la última ofensiva a la que tendrán que hacer frente, dado que su espacio de trabajo está situado en el corazón de la ciudad y las presiones por desplazarles es creciente; pero tampoco será la última vez en que demuestren su determinación en defensa del patrimonio histórico cultural que es El Rastro de Madrid, de su sustento económico y forma de vida.
Referencias
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“El Rastro de Madrid presiona al Ayuntamiento con un nuevo proyecto para retomar su actividad”. El Salto, 9/09/2020https: //www.elsaltodiario.com/venta-ambulante/rastro-presiona-al-ayuntamiento-proyecto-retomar
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