«En las fotografías siempre hay algo de poesía»

El fotógrafo Paco Blanco se define a sí mismo como un cazador de la luz, y desde esa visión ha creado una pieza artesanal y única en la cual mira a la muerte desde la belleza del encuentro. La Memoria del olvido será presentada el jueves 20 de junio, a las 19:30 horas (entrada libre hasta completar aforo), en la Real Sociedad Fotográfica de Madrid.

¿Cómo surgió la idea —o mejor, el deseo— de crear este fotolibro?
Como casi siempre se empieza: primero visionas las fotografías y te das cuenta de que tienes diferentes series, las reordenas, buscas una coherencia entre ellas. Luego piensas en cómo puede funcionar mejor, si hacer una exposición, o realizar una proyección o crear un libro. En este caso opté por hacer un libro, creo que el tema se merecía ser presentado en ese formato. Es algo más personal e íntimo.

La elaboración de La Memoria del Olvido ha sido totalmente artesanal, lo cual no deja de ser casi subversivo en un mundo ensimismado con las tecnologías y la Inteligencia Artificial. ¿Qué materiales has utilizado y cuál ha sido el proceso?
Ja,ja,ja. Nunca me había imaginado ser un subversivo. La verdad es que tratando de ver cómo hacerlo, pensé que sería más bonito que fuera una obra pequeña, hecha a mano y con una tirada corta, algo muy íntimo y pensado para los amigos y personas cercanas. No tenía ningún conocimiento de encuadernación, pero con un poco de paciencia y buena voluntad, salió algo especial. El papel empleado es reciclado (lo llaman papel trapo indio), es complicado a la hora de imprimir, pero me gusta el resultado.

Has creado treinta ejemplares, más cinco copias de autor. Obras fotográficas originales de tiraje limitado y firmadas por ti. Esto le confiere al libro un carácter de autenticidad y una dimensión artística. Pero si se pierde el fajín y la hoja suelta en donde está datado el libro con tu nombre y tu firma, la autoría se pierde. El libro pasa a ser anónimo. ¿Por qué has querido que sea así?
El tema elegido aparentemente es tumbas y cementerios, pero dentro de esta idea hay algo más escondido y es de eso de lo que trata el libro. Si miras con más detenimiento las fotografías verás que son espacios sin personas, son tumbas abandonadas, deterioradas o mal cuidadas en general. Las flores son de plástico. Eso me hace pensar en el poco tiempo que dedicamos a nuestros muertos. De alguna manera es un poco una denuncia y un llamamiento a ello. Por eso el libro tiene un reto, mantener la faja y la hoja de texto para no entrar en “la memoria del olvido”.

Las fotografías muestran espacios de tumbas o ritos funerarios de diferentes lugares de España. Los ritos funerarios dan, en cierta forma, sentido a la muerte. Sin embargo, pensar la muerte en la era digital parece ser un tabú. ¿Querías mostrar el abandono de los seres fallecidos?
Exactamente. Nuestros abuelos y padres tenían una cultura de la muerte mucho más cercana que la nuestra, ahora nos toca a nosotros mantenerla o perderla.

No hay pies de foto, no están indicados los lugares. Las fotografías muestran espacios sin identificar. Eso confiere a las imágenes una dimensión universal y poética.
En las fotografías siempre hay algo de poesía. No es necesario saber datos geográficos, ubicaciones, fechas, etc. En cualquier cementerio, pasa y eso es lo que te lleva a ver que no somos una comunidad concreta, sino una sociedad, no universal (hay lugares en el mundo que se tiene muy arraigado el culto a la muerte), pero sí lo suficientemente grande como para plantearnos qué está pasando.