Una fábula navideña, en la novela 'El tranvía de Navidad', del italiano Giosué Calaciura - ¡Zas! Madrid
El novelista italiano Giosué Calaciura recrea con notable energía y ternura esta fábula navideña
El tranvía de Navidad, de Giosué Calaciura, nos ofrece una atmósfera de fábula en la que la crudeza y el lirismo dan lugar a una prosa repleta de bondades, de ese virtuosismo poético de la buena literatura
El realismo literario italiano, a mediados del siglo XX pasado, aportaría una nómina de escritores que alternaron los guiones cinematográficos con sus propias obras narrativas, casos de Vitaliano Brancati, Ennio Flaiano, Cesare Zavattini o Tonino Guerra, vinculados al movimiento neorrealista que mostrarían los cambios en la sociedad italiana de la posguerra donde la pobreza y la precariedad estaban siempre presentes. En esta misma línea situaríamos la literatura más reciente de Giosué Calaciura (Palermo, 1960) periodista y colaborador de radio, y cuya narrativa conserva rasgos propios de aquella tradición: una cierta sobrecarga sentimental y emocional, una estrategia con una estructura narrativa muy cinematográfica, y la búsqueda de una imaginería poderosa como el manejo sorpresivo y efectista de algunos giros y revelaciones en una trama de aparente sencillez, ocurre en su novela Los niños del Borgo Vecchio (2017) una historia que, por su fantasía, se convierte en una especie de neorrealismo mágico, porque el sustrato de la novela es neorrealista y el escritor vuela libremente creando una atmósfera y una plástica propias de la fábula de fantasía. El autor retrata el Borgo Vecchio un laberíntico barrio pobre de Palermo, cercano al puerto, que, convenientemente descrito por Calaciura, proporciona a la novela el escenario de miseria, vida aciaga, lucha por la vida, picaresca y crueldad, construida sobre un reducido número de episodios, es, sin duda, una novela drástica tanto en su contenido como de acertada escritura.
El cuento de la Navidad
Su obra más reciente, publicada en España, es El tranvía de Navidad (2020), traducida, una vez más, por Natalia Zarco, cuenta la historia de un recién nacido que aparece abandonado en el último asiento del tranvía número catorce, resulta, además, que es Nochebuena y el vehículo surca con inusitada prisa las vías hacia la periferia de una ciudad sin nombre. La imagen provoca que el lector, desde el comienzo, imagine un improvisado pesebre, casi un auténtico portal de Belén, como es habitual en la tradición cristiana porque todos y cada uno de los personajes que se irán montando en ese tranvía acudieran a ver qué ocurre en el lugar más oscuro de aquel vagón, sin dejar de preguntarse, ¿cómo ha sido posible que llegara hasta allí aquella criatura?, o ¿qué pasará con él?, porque, sin duda alguna, quizá por caridad, por una improvisación o, tal vez, una auténtica locura, alguien ha decidido confiar al niño a los brazos del mundo. Y ese mundo que lo acompaña en ese primer viaje de su vida es una galería de personajes que sobreviven y conforman parte de su existencia de la mano de una casi absoluta pobreza: una pareja, muchacha negra envejecida y hombre blanco de avanzada edad, con pelo teñido, Filipo, un criado que había servido la cena en una casa del centro, un vendedor ambulante de paraguas, una joven prostituta africana, William un muchacho negro sin papeles o un mago inmigrante que ha perdido la memoria. Un pesebre espontáneo que bien podría haber sido imaginado por un guión de cine italiano y cuyos personajes considerarán que la aparición del niño es digna de un verdadero redentor; todos los viajeros no descartan la idea de que aquel niño perfecto y perfumado de naranja no haya llegado por casualidad a ese lugar insólito y en ese día señalado, o que no sea una posibilidad de salvación para ellos, y de alguna manera el milagro que esperan en sus insólitas vidas.
Calaciura nos devuelve a esos aires navideños de la literatura decimonónica del XIX europeo, y pone en primer plano las vidas minúsculas de esos llamados, según Galeano, “nadies”, “hijos de nadie”, o “dueños de nada”, esos ningunos, o mejor los ninguneados, aunque protagonizan y se convierten en esas vidas huérfanas de toda una sociedad clasificada, pero que se sienten libres de la avaricia de la riqueza, y que pese a su extrema pobreza aún conservan una resolución invencible a toda tentación. Este es un texto que nos ofrece una atmósfera de fábula en la que la crudeza y el lirismo dan lugar a una prosa repleta de bondades, de ese virtuosismo poético de la buena literatura que se mueve en una cruda realidad cercana y conmueve a quienes pasan sus páginas de una increíble brillantez; el italiano conserva esa mirada tan piadosa como cruda que describe la ambivalente vida de unos personajes asombrosos, es un autor que comprende y recrea como pocos las dificultades de tantos para seguir subsistiendo en este mundo.
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