Una estupenda interpretación de Xoel Fernández en el papel de Calígula

Calígula debe morir estará en cartel todos los jueves en la Sala Mirador hasta el 29 de febrero, bajo la dirección de Mabel del Pozo quien ha escrito la obra junto con el actor Xoel Fernández

Tercer emperador del Imperio romano, Calígula reinó durante el año 37 hasta el 41, cuando fue asesinado. Ha pasado a la historia como un tirano demente que llevó a la quiebra económica a Roma. Instalado en el imaginario colectivo como un monstruo, la obra explora el porqué de su conducta.

El discurso realizado por Xoel Fernández va dirigido directamente a los espectadores, lo que abole los límites entre la escena y la sala. Una interpelación que trata de defenderse de la reprobación histórica a la que ha sido sometido. El personaje de Calígula se instala en nuestro momento histórico, incluso utilizando anacronismos (el capitalismo, el lenguaje inclusivo, la amnistía, la estética Glam o Joseph Conrad son algunos de los ejemplos), para actualizar y contextualizar la obra en el presente. Un único actor en escena que, durante los setenta minutos que dura la obra, utiliza los más variados recursos para mostrar todas las facetas de un personaje tan complejo y para mostrarse más como víctima que como verdugo. Con una escenografía fija y extremadamente sencilla: una silla con un vestido blanco, un trono, un micrófono y una luna llena que simboliza el amor y la locura, Xoel Fernández relata su dolor por la muerte de su hermana y amante Drusila y por la violencia y la depravación que le ha rodeado desde niño.

La apelación directa al público busca su complicidad. Nada hay en el personaje de Calígula que no exista en todos los seres humanos. Nada de su depravación nos es ajeno. Con esta vulneración de la convención teatral en la que los espectadores intervienen en la historia, Calígula busca una exculpación.

En Calígula debe morir se atisban las claves de la poética del Calígula de Camus en cuanto al sinsentido de la vida y lo absurdo de la muerte.