Campaña de Greenpeace para adaptar las ciudades ante las olas de calor extremo - ¡Zas! Madrid
La organización protesta por la inadecuación de numerosos lugares
«¡Peligro! Plaza no adaptada al calor extremo»: con este mensaje activistas de Greenpeace informaron, el pasado 10 de julio, a las personas que pasaban por la plaza Felipe II de Madrid de que esta es una zona de riesgo ante el calor extremo
El lugar elegido es uno de los muchos ejemplos de las llamadas ‘plazas duras’, espacios sin vegetación ni sombra, donde prolifera el asfalto, la piedra y el hormigón, y en cuyo diseño ha primado el ahorro de costes y la facilidad de mantenimiento frente a la habitabilidad.
Según Elvira Jiménez, bióloga y responsable de campañas de Greenpeace España, «ante las olas de calor, cada vez más frecuentes e intensas, los entornos donde vivimos deben adaptarse a esta realidad. La buena noticia es que existen formas de hacerlo. Por ejemplo, habilitar refugios climáticos gratuitos en espacios públicos, elaborar planes de sombra y mapas de desplazamientos confortables, incrementar las zonas verdes y la cobertura vegetal o poner en marcha acciones de carácter social para reforzar la protección de las personas más vulnerables (por ejemplo adecuando las viviendas) en todos los barrios. Todas estas medidas, y muchas más, están en manos de los ayuntamientos. Algunas medidas son a corto plazo, fáciles de implementar. Otras requieren algo más de planificación, pero a medio y largo plazo contribuyen a transformar los municipios en lugares más amables, resilientes, saludables y justos. Solo hace falta voluntad».
Greenpeace apunta a la urgencia de implementar las medidas necesarias a corto, medio y largo plazo para proteger a la población y transformar los municipios ante el agravamiento de la crisis climática. En su informe Adaptación de las ciudades al calor extremo: protección frente a los impactos en la salud, la organización ecologista recoge las evidencias científicas existentes sobre los graves impactos del calor extremo en la salud, resaltando los colectivos en situación de mayor vulnerabilidad.
Asimismo, el informe analiza los planes de adaptación al calor de quince ciudades españolas: Madrid, Barcelona, Bilbao, Cáceres, Córdoba, Guadalajara, Murcia, Palma, Pamplona, Sevilla, Tarragona, Valencia, Vigo y Zaragoza. Sin embargo, según la investigación, ninguna de las ciudades analizadas tiene planes adecuados al calor extremo.
Ante este panorama, Greenpeace detalla algunas medidas de actuación rápida que deberían ponerse en marcha. La primera de ellas busca renaturalizar las ciudades y es conocida como regla 3-30-300: «toda persona deberá ver tres árboles desde su casa, tener un 30% de cobertura vegetal en su barrio y un espacio verde a 300 metros, de calidad, accesible y seguro».
Le sigue la habilitación de una red de refugios climáticos. Estos, apuntan, deben ser públicos accesibles, cercanos y gratuitos, con zonas de descanso e hidratación, una medida clave de salud pública y de fácil implementación.
El desarrollo de planes de sombra, de mapas de vulnerabilidad y de desplazamientos confortables, para ir al colegio, trabajo o centro de salud con menos riesgo de exposición a altas temperaturas es otra de las medidas clave para limitar los riesgos y elevar el nivel de vida.
Por último, desde Greenpeace ven imperativo «implementar urgentemente medidas sociales que aumenten la protección de las personas, especialmente de las más vulnerables», ya que existe una evidente correlación entre la desigualdad y la vulnerabilidad al calor tanto por características sanitarias como socioeconómicas.
Según el Sistema de Monitorización de la Mortalidad Diaria (MoMo) del Instituto de Salud Carlos III, entre 2022 y 2023 más de 8.000 personas murieron por motivo del calor en España. Es el país de Europa donde más ha aumentado la tasa de mortalidad atribuible al calor extremo, muertes que, en la mayoría de las ocasiones, es atribuible al agravamiento de enfermedades existentes que producen las altas temperaturas.
Submit a Comment