Don Quijote cabalga por la Gran Manzana, el testamento yankee de Marina Perezagua - ¡Zas! Madrid
El nuevo libro de Marina Perezagua, Don Quijote de Manhattan (2016), caricaturiza el sueño americano desde una perspectiva contemporánea, y en la mejor tradición de nuestro emblemático rey de los clásicos, insiste en su espíritu sobre la conveniencia de arreglar el mundo como un auténtico sueño, porque entre otros muchos valores otorga toda la libertad a la imaginación.
Don Quijote cabalga
El testamento yankee de Marina Perezagua se convierte en un auténtico experimento, se traduce en todo un ejercicio de estilo, porque emula, y además muy bien, al más clásico de nuestros autores, al padre de la novela moderna y se atreve con un texto de libertad absoluta y de evidentes ecos cervantinos, aunque en esta ocasión la geografía escogida para las aventuras de uno de los más singulares personajes de nuestra literatura española, Don Quijote, sea la Gran Manzana, Manhattan, a donde curiosamente llegan el hidalgo manchego y Sancho, un 17 de enero del año 2016, amnésicos y desraizados de sus recuerdos.
Desde el comienzo son continuas e irónicas las interpelaciones a la atención del lector que no acaba de comprender por qué este mundo no tiene arreglo, y la narradora Perezagua se ve obligada a devolvernos al mundo real un Don Quijote que se guía, no como antaño por los libros de aventura, sino por la mismísima Biblia que alguien le regala en las calles neoyorkinas; en realidad, un texto sagrado cuyo sentido no solo se cuestiona, sino también por su significado; y no solo se pone en tela de juicio la metáfora de su contenido, también su redacción, para establecer así ese paralelismo entre la locura de Alonso Quijano y la de Jesucristo, expuesto eso sí con el mayor respeto, porque ambas premisas están sustentadas en la fe, que es lo opuesto a la razón y, con frecuencia, a la sensibilidad. Y lo mejor de la narradora sevillana, su visión de esa mezcla de cultura popular con la cultura de aquellos que pretenden ser sublimes; y no olvida de ese concepto de metaliteratura, cuando desde siempre se ha considerado la novela de Cervantes como la invención de la narrativa moderna, y en su nueva entrega Perezagua postula todos esos recursos con que los autores han ido innovando en todas y cada una de las novelas de vanguardia de los siglos siguientes.
Un nuevo Don Quijote
Será un Don Quijote iluminado y un Sancho Panza crédulo. La obra se enaltece aun más como desmadre anacrónico porque la indumentaria clásica de los personajes, que llamaría mucho la atención, se sustituye por disfraces de C3-PO y un Ewok que pasan inadvertidos por las calles de la ciudad.
Don Quijote de Manhattan podría interpretarse como un auténtico disparate o una bufa aunque a medida que avanzamos en su lectura el curioso lector descubre más niveles en esta aparente nueva historia porque sus protagonistas, cuatrocientos años después, tropezarán con injusticias, contradicciones humanas y abundantes tragedias que caracterizan la vida cotidiana de la gran ciudad; y como era de esperar, será apaleado por la policía, aclamado por un grupo de mujeres desnudas sobre cuyo cuerpo llevan escritos sus nombres: Don Quijote y Sancho, oirán el de una asesina confesa e incluso, visitarán en su Instituto, al señor Cervantes, ante la perpleja atención de su director, cuando nuestro protagonista se presenta como Don Quijote de Manhattan, en una de las escenas tan disparatadas como de memorable ejecución.
La autora
Marina Perezagua (Sevilla, 1978) para escribir su nueva novela se deja llevar por un desbordante eco surrealista que sostiene su historia, pero también hay mucha comicidad aunque su imaginación queda enmarcada en el concepto de metaliteratura porque la narradora establece un equilibrio perfecto en la dificultad de pensar de Cervantes y su propia visión de los acontecimientos a lo largo de estos siglos, pese a que el escenario sea un Manhattan reconocible por sus lugares más simbólicos, y a donde la extraña amnesia de los personajes les lleva a nuevas aventuras que se convierten en el eco de las acaecidas varios siglos atrás.
Es autora de dos libros de relatos: Criaturas abisales (2011) y Leche (2013); editados por Libros del Lince, y de la novela, Yoro (2015), un curioso y no menos firme alegato a favor de la vida, la de millares y millones, en un mundo asolado por la violencia y que, tal vez, solo por la literatura consiga regenerarse.
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