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El abuso de becarios y estudiantes como síntoma del deterioro del sector periodístico - ¡Zas! Madrid

El abuso de becarios y estudiantes como síntoma del deterioro del sector periodístico
Goyo García
  • On 15 julio, 2019
  • http://sindicato-periodistas.es

José María García de Madariaga e Ignacio Arasanz Esteban denuncian que un elevado porcentaje del trabajo en los medios lo realizan periodistas «a la pieza», falsos autónomos y becarios o estudiantes en prácticas

La inexperiencia y el primer empleo servían hace no mucho tiempo a los estudiantes de Periodismo para aprender esta profesión desde los escalones más bajos de la redacción. Pero, con el estallido de la crisis, el aprendizaje de estudiantes en prácticas y becarios se ha convertido en un trabajo equiparable al de los profesionales pero con unas condiciones de sueldo y de derechos «muy alejadas de las de una contratación laboral digna».

Así comienza el artículo que los profesores de Periodismo José María García de Madariaga e Ignacio Arasanz Esteban han publicado en Cuadernos de Relaciones Laborales, revista editada por la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Con el título Aprendices explotados. Precarización del trabajo periodístico a través de una lógica abusiva de becas y prácticas, los autores analizan los desequilibrios actuales en el mercado laboral periodístico y su evolución en los últimos años.

El punto de partida es claro: existe «un porcentaje enorme del trabajo en el sector periodístico que es despachado por plantillas encubiertas fuera de convenios laborales: periodistas a la pieza, falsos autónomos y becarios o estudiantes en prácticas». No es un sector en el que no exista trabajo, defienden los autores, «lo que ocurre es que se realiza gratuitamente o en condiciones precarias. Mientras tanto, en las redacciones se sigue despidiendo gente y reduciendo los sueldos».
La radiografía del sector es demoledora: «El trabajo se reparte entre una gran masa de periodistas mal pagados y fácilmente sustituibles —por becarios más baratos que ellos—, sobre los que descansa una pequeña élite de periodistas con mayor trayectoria, más derechos y mejor remunerados».

El artículo pone de manifiesto que el 73% de los periodistas inicia su vida laboral antes de finalizar la carrera «bajo la extraña y confusa figura» del becario o estudiante en prácticas. De acuerdo a los datos del Informe anual de la profesión periodística 2017 de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM), las universidades generaron ese año 3.436 graduados. A pesar de que la crisis se llevó por delante 12.200 empleos entre 2008 y 2015, el número de matriculados en 2017 subió un 2,7% con respecto al año anterior, superando los 22.000 matriculados en el grado de Periodismo.

Pero la precariedad no surgió con la crisis. Según F. J. Caro González y G Jiménez Martín, citados en el artículo, en 2006 «los sueldos en general son bajos y la inestabilidad es bastante elevada». En los últimos años ha cobrado fuerza un fenómeno que consiste en el encadenamiento de prácticas y becas. «Lo que en un principio era formación termina por sustituir al empleo o no llevar nunca al mismo. Así se deja de distinguir empleo y formación, señalan García de Madariaga y Arasanz Esteban.

Citando un informe de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE), «un becario explotado equivale al menos a dos o tres periodistas veteranos parados». Otra cita de Agustín Yanel, secretario general de la Federación de Sindicatos de Periodistas (FeSP), alerta de que «el 40% de lo que se publica está escrito por colaboradores a la pieza o por plantillas encubiertas.» «Se destruye y se precariza el empleo fijo para crear empleo precario y maximizar los beneficios», se apunta en el artículo.

Las becas y prácticas formativas «en la mayoría de los casos suponen un trabajo a jornada completa a cambio de un sueldo muy reducido o inexistente». Además, en los últimos años, las empresas periodísticas han ampliado la estadía del becario cuando su trabajo ha sido bueno, «esta vez con remuneración, de forma que una vez terminada la carrera el becario sigue realizando prácticas durante años».

Si la gente no protesta, dicen los autores, es «porque los que están empezando están ya imitando a sus mayores y piensan que algún día llegarán a tener lo que tiene sus mayores, sus modelos, poder e influencia (…) Entienden que el presente bien puede ser miserable porque el futuro que les espera es radiante».

En los últimos años han aumentado «considerablemente las facultades (…) que imparten Periodismo y Ciencias de la Comunicación Audiovisual y están haciendo que las prácticas sean obligatorias», se dice en el artículo citando a Yanel, con lo que están saturando el mercado de alumnos en prácticas.

La situación generada ha propiciado que «las secciones de muchos medios de comunicación han quedado exclusivamente a cargo de becarios, ocupando puestos estructurales», de acuerdo a la FAPE. Muchos de ellos aplazan su graduación «para poder trabajar». Según García Borrego, «uno de cada cuatro reconoce que se matricula en créditos optativos para continuar con la matrícula abierta».

Para mejorar las condiciones de la profesión y, especialmente las de los becarios y alumnos en prácticas, los autores defienden un convenio colectivo que establezca «un marco regulatorio firme e impida el aprovechamiento tan destructivo para el periodismo».

Dicho marco debería limitar los horarios —nunca más de media jornada—, sin trabajar en horario nocturno o fin de semana. Asimismo, plantean restringir el encadenamiento de un becario tras otro por parte de la empresa en algunos puestos de trabajo e instaurar por ley «un periodo de barbecho». También abogan por garantizar el carácter formativo de las becas y las prácticas.

Ante esta situación, la Universidad, sindicatos y asociaciones profesionales «miran para otro lado o tienen intereses contradictorios o no tienen fuerza para intervenir». Por ello, apelan a una implicación «más activa» por parte de los sindicatos y las asociaciones profesionales, que prestarían un apoyo jurídico y orientación laboral a estudiantes en prácticas y becarios. Además, «sería conveniente que asociaciones profesionales y sindicatos fomentasen la creación de redes de colaboración de becarios y alumnos en prácticas para que expresen sus quejas y denuncias».

En este proceso de deterioro laboral también se logró, gracias a los sindicatos generalistas, que el Tribunal Supremo garantice la cotización de los becarios. En cuanto a los sindicatos de periodistas, en el informe citan la hoja de ruta marcada en su día por el Sindicat de Periodistes de Catalunya (SPC) con unas reivindicaciones que adoptó posteriormente la FeSP, como son un máximo del 10% de la plantilla para estudiantes en prácticas, la tutorización reglada, el límite de las estancias, rotación entre secciones y programación previa de las prácticas, entre otras.

Por ello, la FeSP viene demandando una ley reguladora del periodismo que garantice no solo el derecho a la información de la ciudadanía sino también los derechos y deberes de los informadores. Sobre el papel de la FAPE, indican los autores que si bien ha mostrado preocupación por la precariedad de los becarios y estudiantes en prácticas, «quedan patentes las contradicciones intrínsecas de una organización que pretendía ser representante de la profesión pero en la que se intentaba contentar tanto al becario como al director del medio».

El informe llama la atención sobre «la escasa reivindicación por parte de los periodistas, que en parte se explica por el sentimiento de pertenecer a una profesión liberal a pesar de ser trabajadores asalariados». También detecta que entre los jóvenes «existe una mentalidad que les empuja a aceptar cualquier puesto sean cuales sean las condiciones».

En cuanto a la responsabilidad de las universidades, reclaman un esfuerzo para hacer cumplir la normativa vigente RD592/2014 -que regula las prácticas académicas externas de estudiantes universitarios- en lo que toca al control y tutorización de las mismas «para que la experiencia sea de aprendizaje y formación y no de trabajo encubierto». También lamentan que las universidades permiten prácticas no remuneradas que tienen como finalidad la sustitución de puestos de trabajo estructurales en la empresa. Y así, «mirando para otro lado, están fomentando de manera más o menos activa una actividad de desastrosas consecuencias para el sector».
Otro factor a tener en cuenta es el de las asociaciones de estudiantes. «La concienciación de periodistas jóvenes es primordial, ya que para visibilizar el abuso de las condiciones son ellos los que deben mostrar su malestar y reclamar. De momento, la única respuesta que se ve es la de resignación absoluta».

Desde el ámbito político se recuerda una medida legislativa presentada en el Parlamento en 2017 por Unidas Podemos y apoyada por PSOE y Ciudadanos, en la que se propone un Estatuto del Becario. Los autores lamentan «la invisibilidad» mediática, política y de los propios afectados, «que aceptan la precariedad como algo natural».

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