'El caminante. Encontrarse y perderse en la ciudad moderna', de Matthew Beaumont - ¡Zas! Madrid
De cómo deambular se convierte en una transgresión
El caminante. Encontrarse y perderse en la ciudad moderna, de Matthew Beaumont, publicado por Alianza, con traducción de Ana Pérez Galván, es un ensayo que recoge artística, filosófica y literariamente la acción de caminar
«¿Cuál es la política de pasear por la ciudad? ¿Cuál es su poética?», con estas dos preguntas preludia su estudio Matthew Beaumont e, inevitablemente, aparece Nadja. «¿Pasos perdidos?», pregunta exclamativamente Nadja al ver el título del libro de André Breton, «¡pero si eso no existe!».
No existen, verdaderamente, los pasos perdidos. Pero en el siglo XXI pocas personas se atreverían a reconocer que caminan sin dirección alguna, sin propósito. Hay que mostrarse activos y ocupados —la valoración ajena va en ello— en un sistema que prioriza el movimiento. «El horror de no tener prisa» que evocó Adorno.
Para los surrealistas, el deambular por una ciudad es una suerte de exploración psíquica, un sumergirse en el desconcierto. Lo que los situacionistas llamarían posteriormente «la deriva» (y que extrañamente el autor apenas recoge en el libro). «Los modernistas de la calle, como Benjamin y Miller, viven la modernidad capitalista de forma heroica comprometiéndose a caminar o deambular por los distritos de la ciudad como si dicha actividad fuera nada menos que una vocación espiritual», apunta Beaumont.
El flâneur de Baudelaire tampoco fue el complaciente paseante burgués, sino que el poeta subraya su experiencia inestable y reveladora. Como después pintara De Chirico en sus paisajes urbanos metafísicos.
El badaud, por su parte, se caracteriza «por su actitud de admiración y sorpresa ante el espectáculo de la ciudad». La individualidad desaparece ante la representación.
Virginia Woolf hace valer los derechos de las flâneuses (la libertad de las mujeres para caminar solas, aún vistas como un desafío). Y junto a La señora Dalloway «hubo una serie de importantes novelas europeas a principios del siglo XX que situaban la relación entre la ciudad y la conciencia… ». Ulises, El hombre sin atributos o El bosque de la noche son tres importantes ejemplos.
Resulta especialmente interesante el estudio que Beaumont realiza sobre el cuento de Ray Bradbury, «El peatón». Una persona ociosa que deambula por la ciudad industrializada y febril es un ser sospechoso para el resto de sus habitantes y para las autoridades, porque representa cierta subversión en un mundo controlado y herméticamente dirigido. Un peatón que dentro de una sociedad distópica «afirma los detalles ordinarios e insignificantes de la existencia… ».
En el extenso estudio de El caminante. Encontrarse y perderse en la ciudad moderna se encuentra también la actualidad: desde Slavoj Žižek hasta el movimiento Occupy; junto a Henri Miller, T.S. Elliot, David Harvey o Henry Lefebvre (entre un largísimo etcétera). Todos los autores y textos dirigidos a defender la errancia urbana en un mundo adormecido, tecnificado y tremendamente utilitarista. Los pasos como materialización de la libertad.
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