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Breve biografía de Simenon
Sus relaciones con las mujeres fueron intensas y difíciles. Alguna vez confesó haber tenido dos mil amantes, la mayoría prostitutas. Se casó dos veces, aunque pensaba que el matrimonio «es una institución estúpida e incluso inmoral». El mayor drama -«un padre nunca se recupera», -escribió- fue el suicidio de su hija Mary Jo, a la edad de 25 años. No pocos han visto en el afecto que Simenon profesaba por su hija como algo incestuoso. Patricia Highsmith, autora de Extraños en un tren, escribió sobre este asunto: «Mary Jo fue descrita por uno de sus doctores en su vida adulta como ‘un caracol sin concha’. Su vida emocional se había centrado en Simenon y la correspondencia entre ellos se lee más como cartas de amor que como un intercambio entre padre e hija».
El otro Simenon, a propósito de "Pedigrí": su novela más extensa, insólita y atrevida - ¡Zas! Madrid
Roger Mamelin es un niño belga, precoz e inquieto, que alcanzará la mayoría de edad dolorosamente, y además es el protagonista de Pedigrí (1948), la novela de Georges Simenon, uno de sus mayores logros como cronista del individuo y la sociedad modernos. El autor nos transporta a los inestables inicios del siglo XX, desde las amenazas terroristas de la primera década hasta el final de la Primera Guerra Mundial, y nos ofrece una epopeya de la vida cotidiana llena de intensidad.
Corría el año 1941, y Georges Simenon (Lieja, 1903 – Lausana, 1989) vivía en un lugar llamado Fontenay-le-Comte. Llevaba un tiempo encontrándose mal, así que visitó a un médico, este le hizo una radiografía y vio algo que no le gustó. Le dijo: «lo siento, pero me temo que le quedan como mucho dos años de vida». ¿Qué se propuso Simenon en ese supuesto par de años de vida? Escribir; pero no seguir con la saga de novelas de Maigret, sino construir una monumental memoria destinada a convertirse en esa clase de libro que, muchos años después, encierra un mundo, o que encierra todo un pasado.
Y todavía afirmaba:
«Pensé entonces que cuando fuera mayor mi hijo de dos años no sabría casi nada de su padre ni de su familia paterna», y «para colmar en parte esa laguna, compré tres cuadernos con tapas de cartón jaspeado y, renunciando a mi habitual máquina de escribir, empecé a contar en primera persona, y en forma de carta, una serie de anécdotas de mi infancia al muchacho que un día me leería».
Por entonces, el narrador belga se escribía con André Gide, al que le picó la curiosidad. Simenon le envió las primeras 100 páginas y, una vez leídas, Gide le reclamó que continuara con el trabajo pero que cambiara la primera persona por la tercera y escribiera una novela.
Así cuenta Simenon en primera persona cómo decidió escribir sobre su propia infancia en tercera persona y dejar de dirigirse exclusivamente a su pequeñín para contarle sus peripecias vitales. Se nota que es un libro diferente a la mayoría de los que escribió también en la voluminosidad. Simenon solventaba sus historias ‘negras’ en poco más de cien páginas, aquí supera las 600 para remontarse a la Lieja de su infancia y al recuerdo que conserva de sus padres y de su propia juventud hasta los 16 años, justo al comienzo de la Primera Guerra Mundial.
Pedigrí, es el resultado de ese pequeño fin del mundo que nunca fue, de esa radiografía maldita que erró en casi cuatro décadas la muerte del escritor (vivió hasta el año 1989). Aunque Simenon se planteó algo mucho más extenso al principio, una suerte de monumental obra biográfica, una non fiction novel confesional, lo cierto es que no llegó a completarla. La cosa se detuvo en Pedigrí, el que iba a ser el primer tomo de semejante obra magna y acabó siendo el único. «Abandoné a Roger Mamelin a los 16 años», explicaba el propio Simenon. Su plan había sido narrar la adolescencia (su propia adolescencia) en el segundo tomo, y centrar el tercero en su etapa en París y en el aprendizaje de lo que llamaba «el oficio del hombre». Pero la cosa no acabó así. Y, como anticipa el propio Simenon en el prefacio a la edición de 1957 (la que Acantilado publica, por primera vez, en España), Pedigrí «constituye una especie de islote» dentro de su producción.
Breve biografía de Simenon
Nació el 13 de febrero de 1903 en Lieja, en el seno de una familia de clase media arruinada. Trabajó como aprendiz de panadero, de vendedor en una librería y de reportero de sucesos en la Gazette de Liège. Su madre nunca quiso aceptar que su hijo se dedicara a la escritura. Obsesionada con la idea de tener una vejez segura, hubiera preferido que fuera ferroviario. Simenon conoció el éxito temprano y le enviaba a su madre una buena suma cada mes. Ella le devolvía todo, moneda a moneda.
Sus relaciones con las mujeres fueron intensas y difíciles. Alguna vez confesó haber tenido dos mil amantes, la mayoría prostitutas. Se casó dos veces, aunque pensaba que el matrimonio «es una institución estúpida e incluso inmoral». El mayor drama -«un padre nunca se recupera», -escribió- fue el suicidio de su hija Mary Jo, a la edad de 25 años. No pocos han visto en el afecto que Simenon profesaba por su hija como algo incestuoso. Patricia Highsmith, autora de Extraños en un tren, escribió sobre este asunto: «Mary Jo fue descrita por uno de sus doctores en su vida adulta como ‘un caracol sin concha’. Su vida emocional se había centrado en Simenon y la correspondencia entre ellos se lee más como cartas de amor que como un intercambio entre padre e hija».
En su juventud escribió artículos antisemitas y se cierne la sospecha de haber colaborado con los nazis durante la ocupación; su hermano menor, Christian, fue simpatizante de Hitler y se vio envuelto en un oscuro episodio.
Escritor prolífico, fue autor de cientos de novelas populares utilizando diversos seudónimos.
En 1922, se trasladó a París y al año siguiente se casó con su amiga Régine, una estudiante de arte apodada Tigy. Tuvo una aventura tumultuosa con Josephine Baker. En 1929 elaboró un nuevo personaje ficticio: el commissionaire Maigret. Dos años después, en 1931, organizó una gigantesca fiesta parisiense, el Baile Antropométrico, para lanzar las novelas de Maigret.
Concebir un libro le llevaba un día y escribirlo un par de semanas. Autor también de novelas «duras», por las que André Gide lo proclamó «el novelista más grande del siglo». Otras obras suyas también tratan el tema policíaco, como El hombre que miraba pasar los trenes (1946) y Confessional (1968).
Su autobiografía, Memorias íntimas (1981), pone de manifiesto sus propias obsesiones y cuenta la historia del suicido de su hija; otros textos autobiográficos son Cuando yo era viejo (1972), Carta a mi madre (1974) y la novela que recreó su infancia y adolescencia Pedigrí escrita en 1948 pero que hasta 1985 no se publicó. El conjunto de su obra, escrita entre 1920 y 1972, es enorme: 80 Maigret, 115 «novelas duras» (no policíacas) y 200 «novelas populares» escritas con seudónimo. En 1972, renunció a la novela y a la máquina de escribir para dedicarse a sus «Dictados» en grabadora, que ocupan 21 volúmenes. Después de residir en Francia, Estados Unidos y Canadá en 1955 se estableció en Suiza. Georges Simenon falleció el 4 de septiembre de 1989 en Lausana, a los 86 años; dejó tres hijos varones.
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