'La casa de los celos y selvas de Ardenia' de Miguel de Cervantes, en la Fundación Juan March - ¡Zas! Madrid
Magia, ilusión, trucos y tramoya en esta obra inédita de Miguel de Cervantes
En la primera escena, la magia entra en el teatro a través de la fuerza mitificadora de un libro. Serán, de hecho, los libros, junto con la magia, los que vayan marcando el ritmo y el argumento de la obra. Una multiplicidad espacial y un espacio metafórico que otorgan a La casa de los celos y selvas de Ardenia una dimensión escenográfica sorprendente
Dentro de la programación «Dramaturgo invitado» de la Fundación Juan March y de los Veranos de la Villa, durante toda esta semana se representa La casa de los celos y selvas de Ardenia de Miguel de Cervantes, una extraña obra de teatro y «una maravillosa máquina mágica», en palabras de Ernesto Arias (dirección) y Brenda Escobedo (dramaturgia).
La casa de los celos y selvas de Ardenia (publicada en 1615 en el libro Ocho comedias y ocho entremeses nuevos nunca representados) supone una insólita presentación de la dramaturgia de Miguel de Cervantes. Una comedia inusual que se desarrolla a través de tres líneas argumentales, que avanzan en paralelo: el presente, con una compañía de teatro que prepara la representación de la obra; la galante, en donde se muestra la rivalidad de dos caballeros de la corte de Carlomagno; y la pastoril, con un marcado tono bucólico, en la que dos pastores anhelan el amor de la misma mujer. A esta triple trama se une la intervención de dos magos (Merlín y Malgesí) que con sus hechicerías condicionan los argumentos, y las apariciones de dos personajes que, aunque incluidos en las diversas historias, parecen vagar como entes ajenos: el héroe español Bernardo del Carpio, el caballero que en la épica francesa vencerá a Roldán (una especie de protoquijote) y una mujer-caballero llamada Marfisa.
La calidad del elenco (diez actores que representan dobles papeles) se enriquece con el espacio sonoro de Jorge Eliseo, la escenografía de Álvaro Sobrino y la iluminación de Raquel Rodríguez. Todo un aparato teatral que completa una comedia trepidante en donde las apariciones y desapariciones de los personajes junto con la impetuosidad de los versos endecasílabos, los trucos y la tramoya, sumados a los numerosos juegos lingüísticos y mágicos conviven en las selvas de Ardenia, un espacio en donde nada es imposible.
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