Las inundaciones en España y el negacionismo climático - ¡Zas! Madrid
La ciudad de Valencia ha sido sacudida por un fenómeno climático extremo, que la llevó a ser noticia global. Calles convertidas en ríos, pérdidas económicas millonarias y más de 200 fallecidos. Las causas están vinculadas en el cambio climático, el modelo económico, la quema de combustibles fósiles y el negacionismo climático.
Las inundaciones repentinas “extraordinarias”, como señalo la Agencia Española de Meteorología, en una amplia zona del sur y del este de España (desde Málaga hasta Valencia), arrastraron autos, convirtieron calles en ríos, cortaron líneas ferroviarias y autopistas, derrumbaron puentes y viviendas, y causaron la muerte de por lo menos 200 personas en el peor desastre climático que ha golpeado a la nación europea en la memoria reciente.
La crisis climática viene anunciando como “campanazos”, con estos eventos cada vez más devastadores y con mayor cantidad de víctimas, que los tiempos de la extinción de la humanidad han comenzado. Parafraseando a Ernest Hemingway que se preguntaba “¿Por quien doblan las campanas?”, hoy ellas doblan por todos nosotras y nosotros.
«La quema de combustibles fósiles y el uso desigual e insostenible de la energía y las tierras durante más de un siglo han provocado un calentamiento global de 1,2 °C por encima de los niveles preindustriales. Como resultado, se han producido fenómenos meteorológicos extremos más frecuentes y más intensos que han generado impactos cada vez más peligrosos en la naturaleza y las personas en todas las regiones del mundo», alertó el IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU) en marzo de 2023.
Sin embargo, si leemos como los funcionarios y grandes medios de comunicación tratan el evento vemos como la desinformación y el negacionismo climático se ponen en evidencia.
Mientras en forma unánime quienes están sufriendo las consecuencias, con la pérdida de bienes, viviendas y familiares, comentan en las entrevistas que nunca vivieron algo similar y lo asocian al cambio climático, y de la misma manera se expresan científicos y científicas especializados en cuestiones climáticas. Pero sus palabras u opiniones son invisibilizadas o escritas en “potencial” para alimentar la duda en la sociedad.
Eventos meteorológicos similares sucedieron este año en Río Grande do Sul (Brasil) y en California (Estados Unidos), llamados popularmente «bombas de agua». Es necesario diferenciar, en primer lugar, el fenómeno meteorológico conocido y de su exacerbación producto del calentamiento global. En la última década y especialmente en el año 2023 y 2024, con récords históricos de calor en el sur de Europa, la temperatura superficial del Mar Mediterráneo ha aumentado casi exponencialmente, siendo la más alta a nivel global, y esa interacción entre la superficie caliente del mar y la alta temperatura de la atmósfera, desencadena la DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos, nombre técnico del fenómeno extremo).
Por otro lado, esa región de España viene de sequías extremas prolongadas, lo que hace que los suelos pierdan su permeabilidad y la capacidad de absorción de las precipitaciones.
Todo esto es la consecuencia inequívoca del cambio climático descripta desde hace décadas por la ciencia y anunciado en el último informe del Programa Copernicus de la Unión Europea.
El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, en la Cumbre sobre la Ambición Climática de 2023, fue claro: «La humanidad se encamina hacia un aumento de la temperatura de 2,8ºC, lo que aumenta el peligro y la inestabilidad. Con la aceleración de los fenómenos meteorológicos extremos».
Es imprescindible recordar que la crisis climática tiene su origen en el modelo económico hegemónico, que se basa en la quema de combustibles fósiles y el cambio del uso del suelo.
Pero los gobiernos y medios cómplices del capital fósil (petróleo, carbón, gas) no escuchan, tergiversan la información, hablan de los hechos meteorológicos “del temporal”, pero no de su origen. Niegan la crisis climática con argumentos falsos e irracionales, porque como dice Gustavo Petro, presidente de Colombia: “El dólar vale más que la vida”.
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