Eduardo García: La lluvia en el desierto. Poesía completa (1995-2016)
Eduardo García: La lluvia en el desierto. Poesía completa (1995-2016)
La lluvia en el desierto. Poesía completa (1995-2016) es un libro homenaje publicado por la Fundación José Manuel Lara, que contiene además de toda la poesía ya publicada de Eduardo García, dos libros inéditos y algunos poemas sueltos
Cómo se habla de la última obra de un amigo poeta, muerto a los 50 años de edad. Cómo se comenta su última obra, sin dejar traslucir el poso azul de la pena. La injusticia cometida. Relees los poemas conocidos, y te detienes para ir a sus últimos versos como una manera de acompañar su final:
Ahora voy a tientas, tengo frío.
No sé quién llama a quién, qué voz invoca.
Ya no me reconozco en el espejo.
En el desierto brotan mis pisadas.
(Última estrofa del poema «En el lado oscuro»)
La lluvia en el desierto. Poesía completa (1995-2016) representa la permanencia de lo que ha supuesto Eduardo García, de cuál ha sido su dimensión literaria y humana. De lo que ES, al fin y al cabo, porque su presencia se nos hace, a tantos, incuestionable.
Porque en la poesía de Eduardo García se combinan los elementos precisos para dotarla de esa amplia expansión de sentido. La musicalidad de sus versos no oculta la honda radicalidad subjetiva. Desde su primer libro Las cartas marcadas (1995) hasta Duermevela (2016), pasando por los dos últimos, Eduardo García consigue explorar, llegar a ese fondo de espíritu en donde está la esencia de lo que somos, de lo que vivimos, esa gran transformación que logra la buena poesía, esa forma de reencantar la vida, y que él denominó “realismo visionario”. Si no se puede huir de la realidad, ¿cómo prescindir de la poesía?: «Una vida sin poesía se me figura una ascensión agotadora sin ráfagas de luz. Ni una fértil lluvia capaz de hacer brotar la hierba en el desierto. La poesía es el justo reverso de la mecanización de la vida, la certera piedra que hace saltar en pedazos el yugo de la costumbre».
Las cartas marcadas (1995) inicia su trayectoria poética. Un libro en el que se trasluce ya su profunda solidez lírica y su larga trayectoria de hallazgos, tal y como apuntó Ángel Zapata en su crítica: «Este primer libro de Eduardo García encierra un trabajo espléndido en el que nada se ha dejado al azar. Una obra inusualmente madura, pues, donde destaca el rigor de la construcción, el equilibrio entre adhesión e ironía que va conformando la materia poética, y eso tan raro, en fin, que a falta de otro nombre llamamos arte, gracia, duende o sabe Dios qué. El libro se inscribe por derecho propio entre las obras más notables del panorama poético actual».
Con No se trata de un juego (1998), su segundo libro de poesía, Andrés Neuman le calificó como el «único poeta fantástico con el que cuenta la nueva poesía española». En Horizonte o Frontera, una vez más, la poesía de Eduardo cumple con su proclividad de transformación. Una épica de la experiencia, plena de simbolismos e imágenes, que apela a ausencias y misterios, a indecisiones e ímpetus — esa exaltación de vida, tan presente siempre —, con la consistencia de la intuición; rompiendo lo visible hasta convertirlo en arte y, por ello, en conocimiento.
En Refutación de la elegía (2006), Manuel Rico señala que Eduardo mantiene en este libro su preocupación metafísica, el despunte órfico, irracional de Horizonte o frontera.
La vida nueva (2008) Premio de la Crítica, ofrece una poesía comprometida que transciende el texto y que pretende ser verdadero aliento. Una poesía vertiginosa, sin apenas puntuación, con el ritmo enlazado. La escritura fuera de los márgenes de lo estético para sumergirse en el movimiento mismo de la vida; con el uso de un lenguaje que no es básicamente un medio, sino el lugar donde se produce el desvelamiento.
Con Duermevela (2014), su último libro publicado en vida, Eduardo García habló sobre el encuentro con nosotros mismos «cuando sentamos en el banquillo al yo racional para concedernos un espacio de juego, comienzan a deslizarse en la bruma las voces de la inspiración. Bajar la guardia para descender a estratos de conciencia más profundos, allí donde el fantaseo se explaya en libertad. Un territorio sin señales, donde es difícil orientarse. Entre sueño y vigilia, en duermevela, nos aguardan las sirenas del deseo, pero también las fauces del dolor».
La poesía social más combativa llena de circunstancia histórica caracteriza La hora de la ira (2016), expresión crítica del conflicto sociopolítico actual, con la que Eduardo apuesta por una poesía temporal y de testimonio para tratar temas como los desahucios, los recortes y la pobreza.
Evidentemente, su último libro está perfilado por la grave enfermedad. Tal y como indica Andrés Neuman «cuando él ya sabía y comprendía todo» pero, una vez más, la generosidad de Eduardo sobresale. La generosidad de Eduardo era enorme, unida a una falta total de engreimiento. Cuando le pedí que hiciera el prólogo de mi libro El síndrome del pez, dijo enseguida que sí con una dulzura animosa, como si el favor se lo hiciera yo a él. Creo ver parte de su prodigalidad en el humor utilizado en los poemas de «Bailar con la muerte». En momentos tan críticos, decidió utilizar el humor para suavizar el duelo de los que aquí quedáramos:
¿Cómo quieres que baile
esa torca pavana que insinúas
si se te enreda el fémur con la tibia
y no das pie con bola, desgarbada,
si no tienes cintura
y nada más rozarte
se le congela a uno el pensamiento?
(Segunda estrofa del poema «Bailando con la muerte»)
Pero Eduardo García era sobre todo un gran poeta del deseo: ese es, y no otro, el lugar central en su lírica, y así se le debe recordar. Tal y como indica Vicente Luis Mora en el epílogo de La lluvia en el desierto su poesía fue «una poesía celebratoria y pasional», «movida por el deseo». En ese sentido, ha sido un gran acierto elegir justamente el título de su poema «La lluvia en el desierto» como título de este libro homenaje:
Bajo la indiferencia y el hastío
se oculta una emoción por explorar.
Allí donde hay ropa tendida, platos
sucios, despertadores quejumbrosos,
coches que nos aguardan, autopistas
inútiles que llevan al trabajo,
al llanto de un teléfono, a los gestos
vacíos que nos tiende la costumbre,
también brota el hechizo de la luz,
su voz bajo la piel fluye despacio.
Escucha resonar en esta página
sus corceles de viento, sus promesas.
(Poema «La lluvia en el desierto», del libro No se trata de un juego)
Este es el Eduardo García que perdurará. El que evoca ese algo que está en nosotros y, al mismo tiempo, más allá de la esencia humana; el que busca el misterio que se esconde en lo cotidiano. Una expansión vital que caracterizó tanto su existencia como su obra; que subrayará para siempre su recuerdo, que perdurará bajo el nombre de Eduardo García, amigo, poeta.
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___123___Libro homenaje a Eduardo Garcia: ‘La lluvia en el desierto. Poesia completa (1995-2016)’, al cumplirse un ano de su muerte | ?Zas! Publicacion de Periodismo Social y Cultural___123___
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