Nos quieren más tontos: La educación al servicio de un objetivo político-económico
La educación al servicio de un objetivo político-económico
«Al orientar desde un principio a los estudiantes hacia fines profesionales, se deja necesariamente escapar como algo estimulador el poder inmediato de la creación. La misteriosa tiranía de la idea de la utilidad, de la profesión, del ganarse la vida es la más profunda de las falsificaciones y la muerte más profunda del futuro del conocimiento. Lo que tiene de más terrible es que todas esas falsificaciones, sobre todo la de la utilidad, llegan al centro de la vida creadora aniquilándola y, desde que la vida de los estudiantes está sometida a la idea de utilidad y de profesión, semejante idea excluya la ciencia, excluye el progreso, excluye la sabiduría, excluye el conocimiento e, incluso, excluye la misma realización del mundo moderno».
Walter Benjamin
Nos quieren más tontos. La escuela según la economía neoliberal, de Pilar Carrera Santafé y Eduardo Luque Guerrero pone de manifiesto un principio incuestionable: la educación es ideología
Este ensayo, un muy certero análisis, señala las líneas principales de la actual política educativa marcada firmemente por el neoliberalismo, con una confluencia plena entre políticas económicas y educativas, y con la implicación directa del Banco Mundial y de la OCDE —con el apoyo incondicional del FMI, la Unión Europea y la OMC— que son las instituciones que marcan la agenda internacional sobre los grandes temas educativos. De esta manera, se ha sustituido el conocimiento por las “competencias”: un modelo educativo pensado para satisfacer necesidades empresariales.
La política educativa neoliberal pretende una sociedad sin conocimiento sometida al mercado que es, quien en el fondo, establece tanto los contenidos como las herramientas a utilizar en el aprendizaje. Como indica Nicolas Truong «la desculturización es un proceso en marcha en la misma medida que la enseñanza adquiere una formulación básicamente utilitarista».
Los autores señalan que también «la educación en España se inserta plenamente en las propuestas diseñadas por los organismos internacionales», tanto por parte de la derecha como de la izquierda, y la LOGSE (1990) fue el principio. A la vez que instituciones privadas se “implican” cada vez más en el negocio educativo. Los autores ponen los ejemplos de la fundación BBVA que pretende formar sus propios docentes y elegir el profesorado de los centros educativos; o la ONGD Empieza por educar (institución ligada al Tea Party) que quiere producir sus propios licenciados.
Asimismo que se continúa aplicando recortes financieros a la enseñanza pública y transfiriendo más recursos a las entidades privadas y a las patronales religiosas.
El modelo educativo a seguir
Según Pilar Carrera Santafé y Eduardo Luque Guerrero, con el modelo neoliberal de educación se pretende, de hecho, acabar con el estado del bienestar. Para este fin, la educación pública es un objetivo a destruir. Y para ello, una de las estrategias aplicadas es utilizar la evaluación negativa para justificar el fracaso escolar y de enseñanza, y aquí es donde «la escuela pública es la gran perjudicada, puesto que está obligada a admitir todo tipo de alumnos mientras la privada y concertada tiene sistemas de filtraje». Llegando al absurdo de que desde el propio Ministerio de Educación se fomenta un incremento retributivo a los centros en función de su éxito escolar.
En este sentido, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional tienen como principio rector la reducción del coste en la prestación de los servicios públicos.
La cara oscura del Informe Pisa
Pisa (Programme for Internacional Student Assesment) es un producto de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos), y sus indicadores de calidad aplican una lógica puramente mercantilista.
Según indican los autores «desde que se pusieron en marcha los estudios sobre los indicadores de calidad (PISA) se está desarrollando un isomorfismo curricular», y su desarrollo se debe a la presión del Banco Mundial que exige continuamente datos estadísticos. Una evaluación globalizadora que se aplica como un proceso ajeno a la acción de enseñar y aprender, en el que no están definidos los objetivos finales.
La escuela encierra un tesoro
En un mercado laboral inestable, fragmentado y de gran flexibilidad, el nuevo conocimiento, es decir, las competencias que se deben adquirir, proceden del Banco Mundial y de los lobbys empresariales europeos.
Aquí el libro de Jacques Delors, de eufemístico título: La escuela encierra un tesoro ha influido en los diseños curriculares de la mayoría de los países europeos, incluido España. En él, se denuesta la necesidad del conocimiento, de la literatura o del pensamiento abstracto. Delors habla de un “capitalismo cognitivo”…
Añadido al texto de Delors, se asocia la idea del capital humano y su relación con los salarios. Esta metodología, defendida, entre otros, por la OCDE, presupone que los individuos que estudian materias económicamente no productivas deberían tener ingresos inferiores, así como los trabajadores sin cualificación, estableciéndose «una relación causa-efecto entre capital humano y productividad». A la vez que se habla de trabajadores emocionalmente adaptables y en continuo proceso de formación, según el mercado y los empleadores estipulen. Trabajadores flexibles en un mercado depredador.
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