Pedro M. Domene publica 'El secreto de las Beguinas', novela ambientada en el Flandes del siglo XVII - ¡Zas! Madrid
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«Soy consciente de emplear fechas o datos que requieren de una fidelidad absoluta, y el resto forma parte de la imaginación del escritor que mezcla, eso sí, mucho de realidad y otro tanto de ficción, porque es indudable que la Literatura se construye sobre una absoluta mentira»
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«He vuelto al beguinato de Brujas durante años, como si necesitara respirar su aire, y allí mismo compré algunos libros y documentación… No he dejado de leer e investigar para tener una idea clara del fenómeno que en nuestro país no apareció nunca»
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«El tema de la Inquisición me venía muy bien en un lugar como Flandes donde la Santa Hermandad actuaba impunemente… Al final se trata de eso: denunciar esa injusticia y la crueldad ensayada por estos clérigos en nombre de la Santa Madre Iglesia»
Pedro M. Domene (Huércal-Overa, Almería, 1954) ha sido profesor de Lengua y Literatura Castellanas. Ha publicado numerosas monografías y artículos en diversos medios nacionales e internacionales: Ínsula, Letras de Deusto, La Palabra y el Hombre (México), Turia, Cuadernos Hispanoamericanos, Batarro, Quimera… Entre sus publicaciones destacan La novela española de la transición, 1976-1986; Narradores españoles de hoy, Narrativa Veracruzana Actual, Imposturas (Ensayos de Literatura Universal), Descontar y contar (Antología), Medardo Fraile y Lo que cuentan los cuentos; El sueño de lo real (Homenaje a Sergio Pitol). En el 2004 obtuvo el Premio de Novela Juvenil Mancomunidad de Los Pedroches con Después de Praga nada fue igual, Conexión Helsinki y Las ratas del Titanic. También ha publicado Cuento. 50 años de cuentos (ensayo) y Palabra en el tiempo (Homenaje a Medardo Fraile) y Disidencias en la literatura española del siglo XX, entre otros. Acaba de publicar la novela El secreto de las Beguinas, en la editorial Trifaldi.
¿Tú novela es propiamente histórica, es decir, forman parte de la acción personajes y eventos no ficticios; o más bien es de ambientación histórica con personajes y eventos ficticios ubicados en un pasado real? Te lo pregunto porque últimamente existe la discusión entre autores de este género en torno a la verosimilitud histórica. Sobre el grado de ceñimiento a los sucesos históricos que debe tener una obra: tomar un acontecimiento como un punto de partida para desarrollar la trama o ajustarse lo máximo posible a lo históricamente demostrado.
Cuando uno ambienta un relato de ficción en una época histórica concreta, en cierta manera determina la verosimilitud con los sucesos reales aunque el autor se permita ciertas licencias para darle carácter a su trama. No entro en esa discusión sobre el aspecto verosímil de la novela-histórica, y tampoco soy un experto, pero soy consciente de emplear fechas o datos que requieren de una fidelidad absoluta, y el resto forma parte de la imaginación del escritor que mezcla, eso sí, mucho de realidad y otro tanto de ficción, porque es indudable que la Literatura se construye sobre una absoluta mentira.
¿Por qué decidiste hablar sobre las beguinas? ¿Qué eran realmente los beguinatos? ¿Cómo te has documentado para desarrollar la historia?
Las historias que nos vienen a la cabeza surgen, en ocasiones, de una imagen, y algo de esto ocurrió en mi caso cuando descubrí, hace la friolera de más de veinticinco años el beguinato de Brujas. Estos espacios singulares, los beguinatos, se propagaron por la Europa del norte desde el siglo XII en adelante sobre todo, eran lugares de retiro de nobles damas cristianas que dedicaban su vida a la oración y a ejercer la caridad cuidando enfermos o niños, mujeres desamparadas y ancianos; subsistían con labores y trabajos en el beguinato, aunque podían abandonar dicha “asociación” cuando quisieran. La documentación para El secreto de las beguinas ha sido una sucesión de acontecimientos, he vuelto al beguinato de Brujas durante años, como si necesitara respirar su aire, y allí mismo compré algunos libros y documentación sobre este fenómeno asociativo y no he dejado de leer e investigar para tener una idea clara del fenómeno que en nuestro país no apareció nunca; esa sería la parte histórica-seria, por llamarla de alguna manera, el resto es un divertimento y fruto de mi imaginación que nada tiene que ver con la realidad de estas mujeres. Nadie puede creerse que fueran las primeras “asesinas en serie” y que por eso fueran castigadas, de ahí que las entregue a la Inquisición.
En tu libro la narración avanza en paralelo. Se van alternando los capítulos que se desarrollan en la época actual, en el que dos jóvenes investigan el hecho histórico; con la historia que ocurrió en el Flandes del siglo XVII. El lenguaje se adapta a la época y a los personajes. ¿Te ha resultado especialmente difícil alternar estas historias?
Sí, la verdad. Parece una estructura sencilla, alterna capítulos, pero a medida que avanzaba la historia me iba dando cuenta que, en ocasiones, me perdía y las dos historias no iban paralelas, así que en un momento decidí desarrollar ambos argumentos por separado y luego de alguna forma “ensamblarlos” y ver el resultado final, sobre todo la del XVII que vuelve en el tiempo de un pasado a un presente. Y por supuesto, el lenguaje de época, aunque actualizado para una comprensión mayor.
Tratas el tema de la Inquisición que, en esta época, unía a los despropósitos con fundamento religioso, el del apoyo al Imperio. Injusticia y crueldad unidas para eliminar cualquier brote de herejía y de levantamiento civil contra el Imperio español.
La Inquisición es otro de mis temas obsesivos que se remonta a mis años universitarios cuando descubrí y estudié a un autor, bastante singular, Antonio Enríquez Gómez, a quien le dediqué horas y años de estudio. El tema de la Inquisición me venía muy bien en un lugar como Flandes donde la Santa Hermandad actuaba impunemente para sorpresa de los lugareños, y la Historia ha dejado testimonios suficientes para hacer creíble sus actuaciones en aquella parte del Imperio; si no fue como en el caso que yo novelo, se parece a otros que he podido rastrear, y personajes como el Inquisidor y el joven clérigo pudieron existir tal y como aparecen descritos en mi texto. Al final se trata de eso: denunciar esa injusticia y la crueldad ensayada por estos clérigos en nombre de la Santa Madre Iglesia.
Desarrollas una subtrama con una historia de amor, muy romántica, que contribuye a dar fuerza a la crisis y al clímax final. ¿Es real esta historia?
Las historias de amor pueden ser reales, independientemente de dónde se ambienten, y en el XVII podría haber ocurrido en una ciudad como Brujas; la trama me permitía esa licencia, desarrollar una historia de amor que completara el aspecto sórdido de una historia que incluye guerra y muerte, y bastante de crueldad, pero donde el amor nos permite vislumbrar cierta esperanza.
¿A qué crees que es debida la enorme popularidad actual de la novela histórica?
La verdad es que no lo sé muy bien; quizá porque el lector identifica personajes y hechos con sucesos históricos que conoce y le resultan una lectura más amena; quizá, también, es una moda, incluso puro marketing, si se me permite la expresión; de cualquier manera, es una forma de “enganchar” a la gente a leer, y de eso sí que estamos necesitados. En mi caso no ha sido un planteamiento premeditado, la historia original era la de los dos hermanos investigadores, pero evidentemente había una necesidad de una documentación histórica que finalmente se convierte en la historia dominante; si al desarrollar ambas al lector le permite avanzar en la lectura de una manera amena, el propósito se habrá conseguido, no obstante, los datos relativos a las beguinas y su mundo, el sitio de Ostende, incluso las actuaciones de la Inquisición en aquellos lugares del Imperio son de una fidelidad absoluta; el resto, pura imaginación, y al final quiero pensar que los jóvenes amantes, la dama flamenca y el noble español, como anticipo de una Europa comunitaria, huyeron y vivieron una vida feliz en la soleada España.
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