¡Pinche comandante!: Jordi Soler, parodia el género de novela negra en '¡Pinches jipis!' - ¡Zas! Madrid
El escritor mejicano, Jordi Soler, parodia el género de novela negra en su último obra, ¡Pinches jipis!
En ¡Pinches jipis! el escenario es Ciudad de México, y el protagonista principal el disparatado, dipsomaníaco (consume cantidades alarmantes de Cutty Sark), cocainómano y enloquecido comisario Emiliano Conejero, que tiene que resolver los crímenes de un asesino en serie y sortear las “pendejadas” propias de su condición de divorciado y padre de un adolescente memo, con una galería de colaboradores pinches (entre ellos, el inolvidable Espectro, un auténtico filósofo), y la inapreciable inspiración proporcionada por las casetes de Jethro Tull, Santana, Bon Jovi y otros músicos remotos, que lleva siempre en la guantera de su auto, Galaxy.
¿Dónde está el comandante?
¡Pinches jipis! es el título de una singular novela con la que el escritor Jordi Soler (Veracruz, México, 1967), ofrece un cambio de registro de la mano de un heterodoxo protagonista, metiéndose por primera vez en el mundo literario de la novela negra.
La trama es muy sencilla, se trata de unos policías que buscan a un asesino, aunque se retrata a un mítico comisario y a una serie de policías inadaptados, adictos a casi todo y sin escrúpulos que se enfrentan a un misterioso asesino en serie, y se someten a las presiones de sus superiores para que solucionen un caso que escandaliza a la ciudad, y aunque el argumento no es exclusivamente original, sobresale el curioso desempeño profesional de los policías, cuando a lo largo de la investigación, incluso asuman que deben llevarse consigo a un hijo adolescente sensible e inadaptado a la escena de un crimen truculento, y porque todo en la historia de ¡Pinches jipis! es disparatado y provoca más de una sonrisa; pero habrá que apuntar el talento de un autor que, con un sarcástico humor mediático, consigue hacernos ver que bajo la determinada perspectiva un asesino en serie que cada día mata a alguien, le arranca los ojos y se los introduce en la boca, no es otra cosa que una sucesión de anécdotas en una ciudad como México D.F. y algo menos grave como el día a día de esta gran urbe, donde parece que a diario aterrizan, al menos 1.500, nuevos pobladores del resto del país para buscarse allí la vida; pero lo mejor, todo el relato está sobrellevado con ese humor que cada uno es capaz de resistir, y con la mirada puesta en tantas miserias como puedan encontrarse en muchos otros lugares del mundo.
Cuando uno llega a la página final de esta historia sonríe porque Soler parece burlarse un poco del género, y es un texto que se lee bien. Como lectores nos puede sorprender el final de la historia, aunque algunos amigos ya me han advertido que en México Departamento Federal todo puede ser posible.
El autor
Jordi Soler, La Portuguesa, Veracruz, México, 1963, es autor de diez novelas, traducidas a varias lenguas, y de libros de cuentos, de ensayo y de poesía. Algunas de sus últimas obras, La Guerra Perdida (2012) (Compilación que reúne Los Rojos de Ultramar, La Última Hora del Último Día y La Fiesta del Oso); Restos Humanos (2013), Noviembre y Febrerito (2014) (Cuento infantil, Malpaso) y Ese príncipe que fui (2015).
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