La exposición de Isabel Quintanilla estará abierta hasta el próximo 2 de junio

El Museo Thyssen-Bornemisza dedica por primera vez una exposición monográfica a Isabel Quintanilla (1938-2017), representante destacada del denominado realismo madrileño

La muestra reúne sus pinturas al óleo y a la acuarela y sus dibujos a lápiz; muchas de las obras expuestas no se habían visto antes en España, por encontrarse en colecciones privadas alemanas.

La pintura de Isabel Quintanilla es de una gran sutileza y es el resultado de un dominio de la técnica y de un oficio adquirido en distintas escuelas pero, sobre todo, de un trabajo continuado en el tiempo. La exposición propone un recorrido a través de más de noventa obras presentadas en seis secciones temáticas y cronológicas en las que se suceden bodegones, interiores, paisajes y jardines.

Isabel Quintanilla es uno de los miembros más destacados del realismo madrileño (formado, entre otros, por Antonio López, Esperanza Parada, María Moreno, Julio López, Francisco López o Amalia Avia), una serie de artistas que optan por reflejar la cotidianeidad como razón de ser de su obra. Dentro de este grupo, los cuadros de Isabel Quintanilla se distinguen del resto por su belleza estética y por transmitir la emoción ante la naturaleza de las cosas. Por ello, como especifica Pilar Garrido Redondo: «aunque por la perfección de la factura, por algunos aspectos de detallismo o por similitud temática, pudiera parecer que la obra de Isabel Quintanilla se acerca a la de los hiperrealistas americanos, las técnicas utilizadas por la pintora, la atmósfera y el lirismo que impregnan sus cuadros, la alejan claramente de esta tendencia».

La peculiaridad de esta pintora también está presente en las extrañas composiciones que unen, por ejemplo, la fragilidad de unos lirios en un tosco vaso de Duralex, sobre una mesa en donde una hoja de afeitar marca un efecto de perturbación. Estas puestas en escena pictóricas acercan a Isabel Quintanilla hacia un arte más transcendental y simbólico.