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Mijaíl Bulgákov reunió sus relatos en un volumen que forma parte del ciclo, Notas de un médico joven, basados en experiencias reales del propio Bulgákov, que durante años ejerció como médico rural en la provincia de Smolensk. En ellos se aprecia su voluntad narrativa, esa sutil capacidad introspectiva del ruso y el distanciamiento respecto a la propia persona que procuraba transmitir en sus cuentos, y además, un inevitable toque cómico-irónico que los inmortaliza. Todo el relato contado en medio de un paisaje agreste, dominado por el mal tiempo, y la abundante nieve que rodea e invade a todo, aunque eso sí relatado con la agilidad y la calidez propias de su prosa.
El relato viene precedido de una somera pero intensa introducción a cargo de Miguel Ángel Cáliz que puntualiza con qué nos vamos a encontrar unas páginas después, y afirma: “El relato comienza con una auténtica reflexión sobre lo que significa ser médico en una población aislada, el poder y al mismo tiempo la impotencia que sufre el protagonista, el docto Bomgard, alter ego sin duda de Bulgákov, al enfrentarse prácticamente sin ayuda a las poderosísimas fuerzas del dolor y de la enfermedad. A continuación, una vez el lector se encuentra inmerso la responsabilidad médica, sucede un hecho traumático que despierta la curiosidad inmediata”. Y aun insiste, Cáliz:“En páginas enfebrecidas, Bulgákov narra el derrumbe físico y moral de una persona que posee todas las razones, todas las herramientas, para resistirse al influjo de la morfina, y sin embargo se deja vencer”.
Mijaíl Bulgákov nació el 15 de mayo de 1891 en Kiev, Ucrania, que entonces formaba parte del Imperio Ruso. Fue el primogénito de Afanasiy Bulgákov, un profesor asistente en la Academia de Teología de Kiev. Sus abuelos fueron clérigos de la Iglesia Ortodoxa Rusa. Desde 1901 hasta 1904 Bulgákov asistió a la Primera Escuela Secundaria de Kiev, donde mostró interés por la literatura rusa y europea. En 1913 contrajo matrimonio con Tatiana Lappa. Al estallido de la Primera Guerra Mundial se ofreció como voluntario en la Cruz Roja, y fue enviado de inmediato al frente de guerra, donde fue herido de gravedad al menos en dos ocasiones. En 1916 se graduó del Departamento de Medicina de la Universidad de Kiev para luego, junto con sus hermanos, alistarse en el Ejército Blanco. Tras el alza al poder de los sóviets, gran parte de su familia emigró en el exilio a París. Mientras, Mijaíl y sus hermanos se encontraban en el Cáucaso, donde comenzó a trabajar como periodista. A pesar de su situación relativamente privilegiada durante el régimen de Iósif Stalin, cuando se le invitó a trabajar como doctor por los gobiernos de Francia y Alemania se le impidió emigrar de Rusia debido al tifus. Fue entonces la última vez que vio a su familia.
Un relato de culto, un descenso a las intimidades del deseo: "Morfina", de Mijaíl Bulgákov - ¡Zas! Madrid
Mijaíl Bulgákov reunió sus relatos en un volumen que forma parte del ciclo, Notas de un médico joven, basados en experiencias reales del propio Bulgákov, que durante años ejerció como médico rural en la provincia de Smolensk. En ellos se aprecia su voluntad narrativa, esa sutil capacidad introspectiva del ruso y el distanciamiento respecto a la propia persona que procuraba transmitir en sus cuentos, y además, un inevitable toque cómico-irónico que los inmortaliza. Todo el relato contado en medio de un paisaje agreste, dominado por el mal tiempo, y la abundante nieve que rodea e invade a todo, aunque eso sí relatado con la agilidad y la calidez propias de su prosa.
Morfina, uno de sus relatos, que ahora edita magistralmente la granadina, Ediciones Traspiés, en su colección “Libro ilustrado”, trata del diario de un compañero del protagonista, el médico Poliakov, que deja a su muerte el estremecedor relato de esas páginas confesionales, que son la crónica de una destrucción, referida en términos turbadores. No hay que olvidar que Bulgákov fue consumidor habitual de morfina y tal vez por ello, en su relato, pretenda dejar constancia escrita de las distintas fases de la adicción.
El relato viene precedido de una somera pero intensa introducción a cargo de Miguel Ángel Cáliz que puntualiza con qué nos vamos a encontrar unas páginas después, y afirma: “El relato comienza con una auténtica reflexión sobre lo que significa ser médico en una población aislada, el poder y al mismo tiempo la impotencia que sufre el protagonista, el docto Bomgard, alter ego sin duda de Bulgákov, al enfrentarse prácticamente sin ayuda a las poderosísimas fuerzas del dolor y de la enfermedad. A continuación, una vez el lector se encuentra inmerso la responsabilidad médica, sucede un hecho traumático que despierta la curiosidad inmediata”. Y aun insiste, Cáliz:“En páginas enfebrecidas, Bulgákov narra el derrumbe físico y moral de una persona que posee todas las razones, todas las herramientas, para resistirse al influjo de la morfina, y sin embargo se deja vencer”.
Los síntomas del efecto se describen en la página 34 de la siguiente manera:
“Durante el primer minuto: la sensación de que algo roza tu cuello. Este rozamiento se vuelve cálido y se difumina. En el segundo minuto, inopinadamente, una ola de frío recorre tu vientre hasta provocarte una extraordinaria lucidez y una palpable mejora de la capacidad de trabajo. Todas las sensaciones desagradables se esfuman por completo. Es en el apogeo donde se manifiesta la fuerza espiritual del hombre. Y si no tuviera deformación profesional médica diría que, normalmente, un hombre solo debería trabajar después de una inyección de morfina. En efecto, ¡de qué demonios sirve un hombre si la más mínima y pequeña neuralgia es capaz de abatirle!”.
El autor de Mórfina y El maestro y Margarita
Mijaíl Bulgákov nació el 15 de mayo de 1891 en Kiev, Ucrania, que entonces formaba parte del Imperio Ruso. Fue el primogénito de Afanasiy Bulgákov, un profesor asistente en la Academia de Teología de Kiev. Sus abuelos fueron clérigos de la Iglesia Ortodoxa Rusa. Desde 1901 hasta 1904 Bulgákov asistió a la Primera Escuela Secundaria de Kiev, donde mostró interés por la literatura rusa y europea. En 1913 contrajo matrimonio con Tatiana Lappa. Al estallido de la Primera Guerra Mundial se ofreció como voluntario en la Cruz Roja, y fue enviado de inmediato al frente de guerra, donde fue herido de gravedad al menos en dos ocasiones. En 1916 se graduó del Departamento de Medicina de la Universidad de Kiev para luego, junto con sus hermanos, alistarse en el Ejército Blanco. Tras el alza al poder de los sóviets, gran parte de su familia emigró en el exilio a París. Mientras, Mijaíl y sus hermanos se encontraban en el Cáucaso, donde comenzó a trabajar como periodista. A pesar de su situación relativamente privilegiada durante el régimen de Iósif Stalin, cuando se le invitó a trabajar como doctor por los gobiernos de Francia y Alemania se le impidió emigrar de Rusia debido al tifus. Fue entonces la última vez que vio a su familia.
Sus heridas de guerra tuvieron un grave efecto en su salud, y para paliar su dolor crónico, especialmente en el abdomen, se suministró morfina. Se cree que durante el siguiente año su adicción fue en aumento, aunque en 1918 dejó de inyectarse morfina y nunca más volvería a hacerlo en el futuro. Su libro titulado Morfina, publicado en 1926, será el testimonio del estado del escritor durante estos años. Pero, sin duda, la novela satírica El maestro y Margarita, publicada por su esposa veintiséis años después de su muerte, en 1966, es la que ha otorgado su inmortalidad literaria y una de las mejores novelas del período soviético.
El ilustrador David González López “Zafra”
Nacido en Granada, es pintor y artista plástico. Ha realizado ilustraciones para medio centenar de ediciones en muy diversos formatos. En el campo de la bibliofilia y el coleccionismo, destacan las dos ediciones litográficas sobre Don Quijote (Editorial Blázquez), así como la edición litográfica de los Cuentos de la Alhambra con el mismo editor. Otras ediciones artísticas para bibliofília son: Eros en el baile flamenco, Manolete in memoriam, Sonetos de Quevedo, Rincones de Granada, Codex Calixtinus y Paco de Lucia y Camarón de la Isla con textos de Félix Grande (Editorial Lunwerg).
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