'Domingo de Revolución', de Wendy Guerra, una novela sobre lo prohibido en La Habana - ¡Zas! Madrid
Wendy Guerra (La Habana, Cuba, 1970) tiene asumido que su destino es seguir viviendo en Cuba, y para ella cada domingo supone una revolución, convierte su día a día en una particular visión de todo un proceso histórico que en una isla como Cuba está sufriendo una singular evolución, y que en un libro como Domingo de revolución (2016) queda expuesto, al tiempo que la sociedad espera una metamorfosis que convierta el proceso iniciado en el resultado de una tímida pero fructífera democracia.
No resulta muy difícil leer entrelíneas e identificar a la protagonista Cleo, de Domingo de revolución, con la autora, que iniciaba su andadura pública siendo una actriz infantil, poco después una joven promesa de la poesía cubana y en la actualidad una novelista de éxito mundial, aunque sus libros, hoy considerada como enemiga del castrismo, están prohibidos en su país y tiene asumido con una resignada voluntad su papel de cronista de la más comprometida realidad cubana. «Cuando yo empecé, esa función no la cumplía nadie, después vinieron los blogueros que hicieron algo parecido, pero yo tuve que abrir camino. No es que sea Juana de Arco, pero no tuve más remedio que armarme de valor para asumir el papel». Poco antes de morir, Ana María Moix leyó el germen de Domingo de revolución y le dio un certero consejo: «Esto no es un cuento como creías sino una novela».
Blues de la Habana
Cleo, la poetisa narradora, resiste en una solitaria mansión de El Vedado habanero, tiene muchas dificultades para sobrevivir, pero cuando sale de la isla y se reúne con los disidentes experimenta las mismas sensaciones, una suerte de extrañamiento que le provoca sentirse extranjera en su propia isla, esconde sus poemas porque la poesía se ha convertido en un género peligroso, y Cleo resulta siempre una sospechosa, dada su insistencia en escribir poesía. Un día recibe la visita inesperada de un actor de cine que viene de Norteamérica. Le ofrece participar en una película sobre su propia vida, la vida peculiar de Cleo. Y a partir de aquí la novela justifica todo un drama familiar, experiencias vividas tan recónditas como insospechadas, y decisivo el papel que la revolución ha desempeñado. La joven vivirá escenas de acusado erotismo con el actor latino, y por sus páginas aun desfilan, como auténticos personajes, todos los autores censurados durante el quinquenio gris de los años 70 y se señala la figura esquiva de Dulce María Loynaz, la poeta cubana exiliada en su propia casa de puertas para adentro durante 40 años y a la que solo en sus últimos años, poco antes de morir, el Premio Cervantes sacó a la luz.
Domingo de Revolución resulta una novela de amor imposible, una novela autobiográfica, y sobre todo un extenso poema sobre los sueños traicionados de una revolución durante décadas, vividos por la generación de su protagonista en la desolación de una amplia casa, un espacio donde refugiarse en La Habana.
Cuba, hoy
La suerte de un acercamiento de posturas políticas, tras más de medio siglo de aislamiento, empiezan a vislumbrarse y los cambios se empiezan a sentir en Cuba. La novela, contada en un tiempo real, tiene espacio para comentar la apertura de relaciones entre Washington y La Habana tras 40 años de bloqueo. Aunque Wendy Guerra escribe ficción y no se atreve a poner una fecha que marque el devenir de un nuevo periodo histórico, y con suerte una democracia.
La narradora seguirá viviendo en Cuba, aun consciente de los problemas que le puede acarrear su pequeña revolución en forma de domingo. Y seguirá escribiendo temprano en su casa de La Habana, en esa incertidumbre que se presupone ante el fin o el inicio de algo, quién sabe si de una nueva Revolución.
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