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Cristina Peri Rossi asegura que Julio Cortázar murió de SIDA - ¡Zas! Madrid
Julio Cortázar murió de SIDA: así lo afirma la escritora uruguaya Cristina Peri Rossi, en su reciente libro Julio Cortázar y Cris, en el que relata su relación con el escritor y se lamenta de su ausencia.
El emotivo recuerdo de Peri Rossi hacia Cortázar se fundamenta en una larga amistad entre dos cronopios que se admiraban mutuamente y se reconocían como exiliados y diferentes. La escritora uruguaya desde “las entrañas de su corazón” como ella misma afirma, nos cuenta sus encuentros, en Barcelona o en París, como dos queridos amigos que no pueden prescindirse. No es un libro profundo, ni mucho menos académico, y menos aún una biografía, sino un relato de afinidades y vivencias, que se lee con facilidad y con ternura. Ambos tenían gustos parecidos, múltiples afinidades de cronopios, eran escritores y su origen y su infancia se encontraban a miles de kilómetros.
Por todo ello, lo más llamativo del libro es la declaración firme y convencida de Peri Rossi de que Julio Cortázar murió de una enfermedad por entonces desconocida y no diagnosticada: el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida que, según la autora, contrajo por una transfusión. Es más, Peri Rossi sospecha que su mujer, Carol Dunlop, muerta un año y medio antes, también podría haber fallecido de SIDA.
“En cuanto a los inicios de su enfermedad, poseo una carta de Julio Cortázar, del diez de octubre de mil novecientos ochenta y uno, en la que me cuenta, con detalle, qué le ocurrió. Me pedís que te hable de mis males, y obedezco a contrapelo pero obedezco, dice. A continuación, narra minuciosamente una gravísima hemorragia traidora y solapada, la califica. Y agrega, más adelante:
Como no se descubría la causa de la hemorragia, que seguía alegremente, al tercer día me abrieron el estómago buscando una úlcera que por suerte no encontraron; después de eso dedujeron que se trataba del abuso de aspirinas (…) Como no hay mal que por bien no venga, se descubrió que en vez de trece mil glóbulos blancos como hay que tener de máximo, yo tenía 130.000, mirá si no es una exageración. Miedo de leucemia, claro, pero no tardaron en desecharla por completo, aunque siguen investigando la causa de esta multiplicación y te ahorro el relato de agujas por todos lados, sondas en la nariz, fibroscopias y broncoscopias con aparatos dignos de una película de terror”.
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