'Historia del cine', se publica una edición actualizada del clásico de Román Gubern - ¡Zas! Madrid
Cuestionar el futuro de las salas de cine resulta a día de hoy, la noticia de uno de esos atropellos culturales a que debemos enfrentarnos sin esperanza alguna, porque los datos ofrecen como en la última década no menos de una media de 150 cines cerraban anualmente, y la taquilla descendía en torno al 42%, un acontecimiento que se anunciaba como el crepúsculo de las salas: El Avenida, el Bogart, el Roxy A, el Azul, el Rex o el Pompeya, míticos en algunas calles madrileñas, han desaparecido y han convertido su espacio visual en un analógico trasvase para vender blusas de saldo.
Si a ello añadimos el dicho “las salas de cine tienen los días contados”, como un certero presagio, el problema no pilla por sorpresa ni siquiera a Román Gubern (Barcelona, 1934) historiador del cine y catedrático emérito de la Universidad Autónoma de Barcelona. Autor de libros como Historia del cine (Danae, 1969) y, más recientemente, El eros electrónico (Taurus, 2000) y Máscaras de la ficción (Anagrama, 2002), ha dedicado los últimos cuarenta años a estudiar y entender la historia del cine y su relación con la cultura de masas.
Ahora, la editorial Anagrama, en una nueva colección que titula, acertadamente, “Compendium” reedita esta Historia del cine (2014) cuya última edición era de 1989, aunque existía una revisión de 2011, y en este volumen ofrece un total 736 páginas que para el autor supone todo un compendio sobre el nacimiento de un nuevo arte y un auténtico manual para comprender la comunicación audiovisual.
El cine, el heredero “del espectáculo teatral y del circo” era, sin embargo, una de las excepciones. No fue hasta mediados de los setenta –y solo tras la introducción de los formatos de videocasete– que la industria cinematográfica comenzó a seguir esa tendencia de reclusión doméstica.
El cine en sala y el cine en casa han logrado convivir durante las últimas décadas. En los últimos años, sin embargo, Internet ha puesto en riesgo esta frágil comunión y las principales industrias del entretenimiento han tenido que adaptarse a esta nueva plataforma de distribución. Primero la transformación de la industria de la música, gratuita y sin control, y ahora le ha llegado el turno de la cinematográfica: un hecho que ha revolucionado por completo la manera en la que se ve y se distribuye el cine y aquellos portales donde se consiguen descargar gratuitamente las películas. Se trata de una especie de mini-enciclopedia de gran ayuda a la hora de buscar corrientes cinematográficas o entornos sociales de determinadas épocas del cine. El libro habla de los entornos sociales y del resto del mundo en el que se filmaron las películas y las diferentes corrientes.
La obra de Gubern posee todas las características para interesar al cinéfilo o al simple aficionado a la historia del séptimo arte porque el barcelonés establece todo un recorrido por la historia de un espectáculo popular que nació como una derivación de lo instantáneo, es decir, el mundo de la fotografía que llevaron a cabo Edison y Lumière en el XIX y que, inicialmente, se exhibía en barracas de ferias y espectáculos de music hall hasta convertirse en esa fábrica de sueños que durante décadas llenaría salas, minisalas, pantallas de televisión y, finalmente, cualquier soporte informático. Desde el “Nacimiento del cine”, pasando por la “Era de los pioneros”, la “Formación de un arte”, el “Cine mudo y sonoro”, el “Paréntesis de la guerra”, la “Postguerra” o el “Cine contemporáneo”, además los años de la “Crisis y transformación” o la “Era electrónica” y un curioso “Epílogo en el centenario del cine”, la obra se completa con un “Índice onomástico” y otro “Índice de películas”.
El cine, señala Román Gubern, ofreció desde sus comienzos un interesante y fructífero diálogo con las vanguardias del siglo XX y pronto se inscribió en las revoluciones estéticas e intelectuales que se desarrollaron a lo largo de más de un siglo.
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Si el cine muere es por culpa de los sueldos abusivos de las estrellas y de los actores. Según se ve tienen que vivir mejor que nadie, a todo lujo. Es vergonzoso cuando leo lo que cobra una actriz tan mala como Julia Roberts, y etcétera.
Si cobrase menos, los precios serían menores. El cine es muy caro.
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